Solo quería demostrar que soy una persona sensible y por eso
me presenté al concurso de microcuentos de aquella ONG. El tema era los
derechos humanos, la cooperación y el norte y el sur y toda esa mierda así que había
que hilar muy fino para no caer en los tópicos de siempre:
“Kuxuku era el menor de 15 hermanos de barrigas hinchadas y
moscas en los ojos”, tecleé.
“Xapochaka era la mayor de 10 hermanos a los que cuidaba con
dedicación”, escribí.
Se me ocurrió que había que darle un punto de vista original
a la historia.
“Cuando trabajaba de cooperante en Payasos sin fronteras me
follé a Kapooka, la madre de Kuxuku, el menor de 15 hermanos de barrigas
hinchadas y ojos llenos de moscas. Le di un saco de grano y bien contenta que
se puso. Luego me echaron de la ONG por robar dinero destinado a comprar
narices rojas y zapatones y un par de años más tarde un antiguo compañero me
contó que Kapooka había sido madre de un hijo café con leche susceptible de ser
mío. Estuve unos días renegando de mí y sintiéndome mezquino por tener un hijo
en algún lugar de África, pero finalmente comprendí que de alguna manera el
hecho de que mis genes anduvieran por allí pasando hambre y sufriendo era una
manera de expresar mi solidaridad con los más desfavorecidos”
Me había quedado bonito y se lo enseñé a mi Marisa antes de
cenar.
—¿Qué? —le pregunté, ansioso.
—¿Café con leche?
—Eh, no, que luego no duermo.
—¿Un hijo café con leche?
—Puedo cambiarlo. ¿Y lo demás qué te parece?
No contestó e hizo ese expresivo gesto que significa que he
hecho algo malo y que nunca me explicará qué es porque casi seguro que no lo
entendería.
1 comentario:
me descojono contigo. Grande.
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