Un día estábamos mi Marisa y yo en un bar mirando a la gente y nos dio por reirnos de ellos entre nosotros porque suponíamos que ellos se reían de nosotros entre ellos. Nos gustaba doblar sus conversaciones para ridiculizarlos aunque a algunos no hacía falta doblarlos para ello. En la mesa de al lado una chica dijo:
-Solo sé que si he de elegir entre la muerte de mi marido y la de mi hijo lo tendría muy difícil.
Todavía no estamos seguros de qué fue exactamente lo que nos hizo gracia pero los dos explotamos a la vez. A lo mejor era solo pensar que esa chica estaba allí con su marido y su hijo y otra pareja y habían salido a cenar para divertirse y parecía inconveniente poner a su familia en esos ficticios y dramáticos apuros con la boca llena de salsa de tomate de la boloñesa de los macarrones. Es como ir a dar un pésame con nariz de payaso y zapatillas de zarpa de oso. Luego lo estuvimos hablando y a Marisa le había hecho gracia que la chica tenía los ojos saltones, la nariz muy respingona y barbilla de cazo y la situación que describía parecía más adecuada para una actriz de atributos más correctos y expresión más serena. Es que mi Marisa siempre lo asocia todo con el cine. Cuando me dio el ictus se quejaba de que no estuviera melancólico y con la mirada perdida en el repiqueteo de la lluvia sobre la ventana de la habitación del hospital y en vez de eso no hiciera más que comer gominolas con sabor a Sandía y cambiar de canal compulsivamente. Según ella la escena en el cine debería ser así y yo debía ajustarme a ella. En fin. Poco después de ese estallido de risa un tipo que estaba borracho y tenía pinta de patibulario dijo:
-¡¡HACE UN FRÍO DE LA PUTA SU MADRE!!
Volvimos a estallar en risas. Esta vez estábamos de acuerdo porque ya lo habíamos hablado otras veces. Esa es una expresión tan brutal como absurda, analizada fríamente. También se dice "esa caja pesa la puta su madre" o " la salsa estaba picante como la puta su madre". Estaréis de acuerdo en que es una expresión insensata. Pues bien, el tipo estaba borracho pero entero y quería impresionar a la camarera. Ya sabéis que los borrachos siempre piensan que hay alguien riéndose de ellos y si realmente lo hay lo detectan al instante. El borracho se acercó a nuestra mesa y me dijo que si pasaba algo , así, en plan amenazador. Yo le dije que no, que estábamos más tranquilos que la puta su madre.
-¡¡ESTAMOS TRANQUILOS COMO LA PUTA SU MADRE, CABALLERO!!.
Esto pareció encolerizar al tipo. Se ve que yo había hecho una pequeña transgresión involuntaria en la estructura de la frase y ahora parecía que acababa de mentar a la madre de ese señor tan vehemente.
Marisa estalló en risas.
- ¿¡¡LA PUTA MI MADRE!!?- ,chilló el tipo con la vena del cuello a punto de reventar.
- Oh, no te ofendas cielo-Marisa estaba ya un poquito borracha y le daba palmaditas en el antebrazo - Quiere decir que estamos tranquilos como las putas de nuestras madres- Y le dio tal ataque de risa que lloraba y todo.
El tipo me dijo que yo era un cobarde de mierda y que no tenía huevos a salir afuera.
- La cobardía dosificada y empleada a tiempo es un
remedo de prudencia que a veces da notables resultados- , dije.
- ¡¡Siiii, como la puta su madre!!- dijo entre risas Marisa, que sospecho que estaba perdiendo orina.
El tipo pareció ofuscado y creo que hasta le dimos miedo, como esos mafiosos extravagantes que beben leche y pasean caniches mientras esconden el dedo ensangrentado de un moroso en el bolsillo interior de su chaqueta. Se fue otra vez a la barra, bebió su copa y se marchó.
- Pero qué cobarde eres- dijo Marisa, todavía con lágrimas de risas jadeantes en los ojos.
- Como la puta su madre.
Y luego nos pasamos toda la noche rememorando lo ocurrido una y otra vez y riéndonos como si fuera la primera. En la imagen, primera página de dos sobre la cobardía.