martes, 25 de marzo de 2014
sábado, 22 de marzo de 2014
MARIANO Y LAS FLORES DE BACH
Una amiga hechicera o cosa parecida le regaló a mi Marisa un frasquito de flores
de Bach personalizado para estabilizarme emocionalmente. Tenía que echarme unas
gotitas debajo de la lengua cuatro veces al día y desde el primer momento noté
su efecto, empezando por el pelo. Esos graciosos mechones que me dejé largos
para cubrirme la calva y que siempre insistieron en intentar tocar el cielo, se
posaron casi de inmediato sobre mi cabeza. Noté su tacto sedoso en el cuero
cabelludo y unos instantes después me noté sensato, así que agarré un trapo de
la cocina y puse todas las sillas al revés sobre la mesa. Limpié cuidadosamente
las cuatro patas de cada una y observé que algunas tapas de fieltro se habían
deteriorado o incluso ya no estaban. Bajé a la ferretería y me gasté 200 euros en
fieltros de formas diversas de manera que nunca más me faltaran tapas para
sillas y que cuando, dentro de 15 o 20 años, hubieran subido los precios, yo
pudiera reírme del mundo, porque la sensatez que me había otorgado mi frasquito
de flores de Bach me hacía ir diez pasos por delante.
El sofá y los butacones. Les di la vuelta y comprobé que no
tenían fieltro. La cama. No, tampoco tenían fieltro. El escritorio de Marisa y
mi mesa de hacer cosas sobre la mesa. Nada. Toda mi casa estaba sin fieltro
protector. Los cuadros no tenían fieltro que protegiera la pared y el resto de
muebles tampoco. Tumbé los armarios y desmonté los que se sujetaban con
tornillos. Necesitaba fieltro en piezas grandes. Bajé a la ferretería. Allí
estaba Marisa, comprando bombillas.
—¿No te habías dado cuenta de que no tenemos luz en el baño?
—me dice.
—No, yo vengo a por fieltro para los muebles.
—¿Qué fieltro?
—Ayayay, que me parece que en casa hay alguien más que
necesita flores de Bach. —dije, con retintín musical —¿Tiene 20 metros de
fieltro?
En el ascensor, yo silbaba con sonrisa picarona. Qué
contenta se iba a poner mi Marisa cuando viera todos los muebles patas arriba,
esperando su fieltro.
—Deberías pedirle a tu amiga unas flores de Bach para ti.
Son geniales—le dije, antes de abrir la puerta.
martes, 18 de marzo de 2014
Alguien debería meterle un tiro en la nuca a Pocoyo
—Pues
que todo me parece absurdo, eso me pasa. Ya sabes que empieza pronto
todo lo malo y no se puede hacer nada para pararlo. Está ahí. Lo noto en
mis rodillas, en la armonía y precisión conque me muevo con el paso de
los años. Ya no recuerdo los nombres de algunos de mis personajes
preferidos o simplemente he decidido olvidarlos porque los desprecio.
¿Bob esponja? ¿Qué cojones pretenden, volvernos
a todos subnormales? ¿Y a Pocoyo? Joder, alguien debería meterle un
tiro en la nuca y acabar con sus penurias. Solo puedo hacer una alarde
de prepotencia intentando mantener la mente y el cuerpo en mejor estado
que los demás durante ¿diez años más? A la mierda. No se puede envejecer
con dignidad. Te voy a pedir una cosa, mamá, y espero que no se te
olvide, en cuanto veas que mi risa se vuelve falsa y enseño más los
dientes de abajo que los de arriba al sonreír, ahógame con la almohada.
Solo te pido eso y que no vuelvas a comprar Cola cao a sabiendas de que
me gusta más el Nesquick.
—Vas a llegar tarde al cole —dijo mamá, con los ojos anegados en lágrimas.
—Claro que sí, el cole, sigue obviándome. El cole me duele ¿sabes? Siempre lo ha hecho. Es sórdido. Y deja de llorar, que yo no he nacido para que te sientas realizada como madre. ¡¡Méteme las putas galletas en la mochila, cojones!!
—Vas a llegar tarde al cole —dijo mamá, con los ojos anegados en lágrimas.
—Claro que sí, el cole, sigue obviándome. El cole me duele ¿sabes? Siempre lo ha hecho. Es sórdido. Y deja de llorar, que yo no he nacido para que te sientas realizada como madre. ¡¡Méteme las putas galletas en la mochila, cojones!!
domingo, 16 de marzo de 2014
REBOTIJADOR
—Lo que no tengo muy claro es cuál fue su ocupación entre 1995 y 2010. ¿Qué es exactamente un rebotijador?
—Bueno, no sabía si incluirlo en el currículo. Es complicado de explicar. ¿Ha oído usted eso?
—¿Eh? ¿El qué?
—Como unos gritos.
—No...Entonces me dice que su trabajo de… —tragó saliva y frunció el ceño al releer la palabra en el currículo— rebotijador consistía en…
—¿Y ahora?
—¿Qué?
—Son como unos gritos en algún idioma extraño. ¿No los oye?
—No, me parece que no.
Señalé con el dedo índice mi oído, dando a entender que esos gritos se estaban produciendo en ese mismo momento. Nos quedamos en suspenso unos segundos. Intentó decir algo pero le paré con la mano, agarrando su antebrazo.
—Ahora. ¿No los oye?
Buscó alguna cámara oculta a su alrededor.
—Rebotijador. —insistió.
—Preferiría no hablar de ello.
—Me guardo su currículo y en cuanto sepamos algo le llamamos.
Nos dimos la mano y cuando ya estaba a punto de cerrar la puerta detrás de mí me volví y le dije:
—¿Pero ustedes no pedían un rebotijador en su anuncio?
—Un diseñador gráfico.
—¿Y eso qué es?
No esperé la respuesta. Al pasar al lado de la recepcionista le hice un gesto con el dedo señalándole una mancha imaginaria en la comisura de los labios. Solo quería verla tocarse la boquita con el dedo. Qué bien lo hacía.
—En el otro lado…Ya está. Hasta luego.
—Bueno, no sabía si incluirlo en el currículo. Es complicado de explicar. ¿Ha oído usted eso?
—¿Eh? ¿El qué?
—Como unos gritos.
—No...Entonces me dice que su trabajo de… —tragó saliva y frunció el ceño al releer la palabra en el currículo— rebotijador consistía en…
—¿Y ahora?
—¿Qué?
—Son como unos gritos en algún idioma extraño. ¿No los oye?
—No, me parece que no.
Señalé con el dedo índice mi oído, dando a entender que esos gritos se estaban produciendo en ese mismo momento. Nos quedamos en suspenso unos segundos. Intentó decir algo pero le paré con la mano, agarrando su antebrazo.
—Ahora. ¿No los oye?
Buscó alguna cámara oculta a su alrededor.
—Rebotijador. —insistió.
—Preferiría no hablar de ello.
—Me guardo su currículo y en cuanto sepamos algo le llamamos.
Nos dimos la mano y cuando ya estaba a punto de cerrar la puerta detrás de mí me volví y le dije:
—¿Pero ustedes no pedían un rebotijador en su anuncio?
—Un diseñador gráfico.
—¿Y eso qué es?
No esperé la respuesta. Al pasar al lado de la recepcionista le hice un gesto con el dedo señalándole una mancha imaginaria en la comisura de los labios. Solo quería verla tocarse la boquita con el dedo. Qué bien lo hacía.
—En el otro lado…Ya está. Hasta luego.
sábado, 15 de marzo de 2014
martes, 11 de marzo de 2014
Entrevista de trabajo
—Me corté en el dedo ayer y echaba sangre como un aspersor
por culpa del sintrom —dije, casi antes de sentarme.
—Vaya
—Y me llevaron al hospital con un torniquete y todo, pero no
paraba de sangrar por lo del sintrom.
—Jo
—Al final consiguieron parar la hemorragia pero me mareé un
poco y me puse amarillo y me tuvieron que tumbar en una camilla
—Vaya
—Mire que venda me pusieron.
—Ya.
—Pero ahora ya no estoy mareado ni nada.
—Claro
—Eso fue ayer.
—Veo que no has puesto en el currículo cuanto tiempo
estuviste trabajando en la última cocina.
—No, en realidad estuve poco tiempo, no tenía que haberla
puesto siquiera.
—…
—Y la cosa es que me parece que me apretaron mucho el
vendaje
—¿Qué tal te arreglas
con los pescados y las salsas?
—Bien, si no me miran, bien, no me gusta cuando tienes la
sensación de que los pescados te están mirando.
—¿Y eres rápido picando cebolla?
—Soy la hostia de rápido pero ayer me corté el dedo por
querer ir demasiado rápido. En realidad no necesitaba cebolla picada pero a
veces me pongo en casa a pelar y picar cebollas y no hay quien me pare. Me pongo
unas gafas de buzo y una mascarilla y venga picar, 20 o 30 cebollas, y luego a
la basura.
—¿Y por qué estuviste tan poco tiempo en la última cocina?
—Una tontería, No me gustaba mucho la iluminación que había y
las ollas eran un poco viejas así que me abrí una botella de vino durante el
servicio y me puse a comer ibérico a dos carrillos.
—Te echaron.
—Creo que sí. Bueno no. Me dijo el chef que si estaba bien
de la cabeza y no me gustó eso que me dijo ¿sabe usted? No me gusta que nadie
hable aleatoriamente de mi cordura.
—….
—¿Es usted el chef? —me atreví a preguntarle
—No, en realidad soy el propietario del restaurante.
—¿Trata usted con el público?
—Sí, ejerzo de jefe de sala.
—Pues espero que no le parezca mal lo que voy a decirle,
pero si me va a contratar en su cocina quiero que empecemos con buen pie… ¿Es esperma
eso que tiene en la comisura de los labios y el bigote? Porque debería
limpiárselo antes de comenzar a recibir a los clientes?
Me dijo que ya me llamaría pero yo sabía que no. Además, si
hubiera sido un poco listo me hubiera preguntado por qué tomaba sintrom y le
hubiera dicho que estaba jubilado por infarto. Mañana me toca una entrevista para
reparación de tejados y rehabilitación de edificios en general, me lo voy a
pasar como los indios.
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