—Pues
que todo me parece absurdo, eso me pasa. Ya sabes que empieza pronto
todo lo malo y no se puede hacer nada para pararlo. Está ahí. Lo noto en
mis rodillas, en la armonía y precisión conque me muevo con el paso de
los años. Ya no recuerdo los nombres de algunos de mis personajes
preferidos o simplemente he decidido olvidarlos porque los desprecio.
¿Bob esponja? ¿Qué cojones pretenden, volvernos
a todos subnormales? ¿Y a Pocoyo? Joder, alguien debería meterle un
tiro en la nuca y acabar con sus penurias. Solo puedo hacer una alarde
de prepotencia intentando mantener la mente y el cuerpo en mejor estado
que los demás durante ¿diez años más? A la mierda. No se puede envejecer
con dignidad. Te voy a pedir una cosa, mamá, y espero que no se te
olvide, en cuanto veas que mi risa se vuelve falsa y enseño más los
dientes de abajo que los de arriba al sonreír, ahógame con la almohada.
Solo te pido eso y que no vuelvas a comprar Cola cao a sabiendas de que
me gusta más el Nesquick.
—Vas a llegar tarde al cole —dijo mamá, con los ojos anegados en lágrimas.
—Claro que sí, el cole, sigue obviándome. El cole me duele ¿sabes? Siempre lo ha hecho. Es sórdido. Y deja de llorar, que yo no he nacido para que te sientas realizada como madre. ¡¡Méteme las putas galletas en la mochila, cojones!!
—Vas a llegar tarde al cole —dijo mamá, con los ojos anegados en lágrimas.
—Claro que sí, el cole, sigue obviándome. El cole me duele ¿sabes? Siempre lo ha hecho. Es sórdido. Y deja de llorar, que yo no he nacido para que te sientas realizada como madre. ¡¡Méteme las putas galletas en la mochila, cojones!!
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