Al final la tuve que bloquear. Cada vez que intentaba
expresarme en MI MURO (repito: MI MURO) y a compartir mis sentimientos con
todos esos amigos que tanto cariño me han dado y que tanto me han animado
aprobando que me gustasen las tortillas de bacalao o que el sol entrara de
mañana en la habitación revelando la existencia de polvo y ácaros juguetones. O
que me han compadecido sin dudarlo cuando, por ejemplo, relataba la melancolía
que sentía al ver alejarse dos culitos de ninfas adolescentes a los que ya hace
años que no tengo acceso pese a que cualquier psicotécnico demostraría que mi
edad mental no es superior a la de ellas. Cada vez que todo esto ocurría, digo, siempre estaba Marisa ahí para
mofarse y demostrar su superioridad intelectual. Que subía la foto de un chuletón
y todo el mundo decía “ñam” o “cómo te vas a poner”, pues ella me humillaba publicando
la fuente original de la imagen. Es verdad que lo hago, que siempre bajo fotos
de por ahí dando a entender que son delicias que están realmente delante de mí
en mi mesa, ¿pero por qué tiene que reventar mis ratitos de fama?
Y lo de los culitos. Pongo la foto de dos culos de
patinadoras adolescentes, añadiendo una de mis poesías:
Culo que no has de comer,
déjalo correr
Triste pasado de nalgas pubescentes
De anos dilatados sobre tu nariz
Déjalo correr
Y no mires atrás
Culo santo sin mancillar,
polla vieja y desdichada,
ya no lo podrás tocar.
Y todo el mundo de buen rollo, que jiji que jaja, que vamos
pa viejos y ella explicando ahí públicamente que a mí no me tocaban las mujeres
ni cuando todavía no sabía hablar, que sí, que es verdad, que había algo en mi
mirada que les producía rechazo a todas, mi madre incluida, pero que ese era uno
de nuestros secretos de alcoba y me sentí traicionado.
“La persona en la que en estos últimos años he depositado mi
confianza ha demostrado no ser digna de estar entre mis amigos de facebook y la
he tenido que bloquear. No puedo describir cómo me siento, solo deciros que mi
corazón está roto”
Alguien comentó:
“Que acaba de poner tu Marisa en su muro que estabas muy
simpático esta mañana cuando saliste del baño con una tira de papel higiénico
colgando del culo dos metros por el suelo”
En ese momento supe que nunca me libraría de ella. Noté su
lengüecita en mi oreja y le perdoné lo del papel. Para lo de los secretos de
alcoba traicionados tendría que agacharse un poco más.
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