miércoles, 24 de julio de 2013

Perritos calientes y la luna llena


Venden perritos calientes desde hace 30 años y está petado. La mujer que lo lleva desde hace 30 años con su marido le dice a un cliente, pongamos, catalán, que ahí está su hamburguesa que lo ve muy parado y su señora se ríe y dice que hace rato que lo ve salivando. La mujer de los vikingos tiene seis perritos cociendo y veo que se le van los ojos al hombro de una niña de unos diez años:
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—Yo tengo siempre muchos tatuajes de esos —dice la de los vikingos

La niña se descojona y dice (con acento madrileño) que se cayó de la moto, y le enseña otro moratón que tiene en la pierna. “Pasé este verano de la bici a la moto y me caí mil veces” dice la nena.

—Ya me hubiera gustado a mí  a tu edad tener una moto de la que caerme —responde la vikinga mientras sirve dos perritos, uno con tomate y mostaza y el otro con brava y mostaza, a la vez que se le va la mirada a una señora que hace un gesto de dolor  al notar en su pie el peso de la pata de un taburete que su hijo de 9 años le acaba de poner encima. No grita pero se duele. Son las 23:11.
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—No grites que hasta las 12 no se puede gritar en este local— dice la vikinga a la señora, que se ríe ­—. A partir de las doce puedes gritar lo que quieras — y me pone la hamburguesa en la mano y le pago la caña y la hamburguesa y al darme la vuelta me da también una gominola de fresa ­—Te gustaban de fresa ¿no?

Hacía un año que no iba por allí .

El marido se ríe de todo y habla de algo con otro tipo al que estoy seguro que acaba de conocer.

Me pregunto cómo no se acercan por allí todos los autores de libros de autoayuda y los positivistas y optimistas, a que esa pareja les enseñe alguna cosa. Me guardo la gominola en plan talismán en el bolsillo.

Hasta que se pudra.

Luego llego a casa y me asomo a la ventana y está esa luna. Pero no quiero ser un optimista de mierda ni un visionario. La pareja de los vikingos es así porque es así.
 Asomaros a la ventana que está la luna enorme y el que llore al verla que no sufra, el que se ría que lo disfrute y al que no le guste que se joda.

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