Venden perritos calientes desde hace 30 años y está petado.
La mujer que lo lleva desde hace 30 años con su marido le dice a un cliente,
pongamos, catalán, que ahí está su hamburguesa que lo ve muy parado y su señora
se ríe y dice que hace rato que lo ve salivando. La mujer de los vikingos tiene
seis perritos cociendo y veo que se le van los ojos al hombro de una niña de
unos diez años:
—Yo tengo siempre muchos tatuajes de esos —dice la de los vikingos
—Yo tengo siempre muchos tatuajes de esos —dice la de los vikingos
La niña se descojona y dice (con acento madrileño) que se cayó de la moto, y le enseña otro moratón que tiene en la pierna. “Pasé este verano de la bici a la moto y me caí mil veces” dice la nena.
—Ya me hubiera gustado a mí a tu edad tener una moto de la que caerme —responde la vikinga mientras sirve dos perritos, uno con tomate y mostaza y el otro con brava y mostaza, a la vez que se le va la mirada a una señora que hace un gesto de dolor al notar en su pie el peso de la pata de un taburete que su hijo de 9 años le acaba de poner encima. No grita pero se duele. Son las 23:11.
—No grites que hasta las 12 no se puede gritar en este local— dice la vikinga a la señora, que se ríe —. A partir de las doce puedes gritar lo que quieras — y me pone la hamburguesa en la mano y le pago la caña y la hamburguesa y al darme la vuelta me da también una gominola de fresa —Te gustaban de fresa ¿no?
—No grites que hasta las 12 no se puede gritar en este local— dice la vikinga a la señora, que se ríe —. A partir de las doce puedes gritar lo que quieras — y me pone la hamburguesa en la mano y le pago la caña y la hamburguesa y al darme la vuelta me da también una gominola de fresa —Te gustaban de fresa ¿no?
Hacía un año que no iba por allí .
El marido se ríe de todo y habla de algo con otro tipo al que estoy seguro que acaba de conocer.
Me pregunto cómo no se acercan por allí todos los autores de libros de autoayuda y los positivistas y optimistas, a que esa pareja les enseñe alguna cosa. Me guardo la gominola en plan talismán en el bolsillo.
Hasta que se pudra.
Luego llego a casa y me asomo a la ventana y está esa luna. Pero no quiero ser un optimista de mierda ni un visionario. La pareja de los vikingos es así porque es así.
Asomaros a la ventana
que está la luna enorme y el que llore al verla que no sufra, el que se ría que
lo disfrute y al que no le guste que se joda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario