jueves, 25 de noviembre de 2010

LA COMBA

-¡¡MARISA MIRA LO QUE HE ENCONTRADO EN EL CONTENEDOR!!¡¡ESTÁ CASI NUEVO!!
Marisa apagó la tele para ver lo que había encontrado apoyado en un contenedor de la basura.
- Vaya, es muy bonito, mañana mismo me lo pongo, en cuanto le quite los pelos gato y esas manchas resecas que parecen de alguna materia orgánica.
-¡¡Pero si es de marca!!
-Claro cariño, claro que es de marca, me encantará pasearme por ahí con esa chaqueta tan glamurosa. Déjala en el baño que ya mañana la adecento y para noche vieja me la pongo, o para la boda de tu sobrina.
Se estaba riendo de mí la hija de puta, pero esta vez de forma un poco más contenida que otras para que yo no me diera cuenta. Seguro que la hacía desaparecer en una semana, esperando que yo me olvidara. En realidad siempre pasa igual, hace como que está de acuerdo y luego me desprecia los regalos. Y le da igual que mis regalos sean nuevos o viejos porque siempre le parecen mal. La última vez inventé para ella un artilugio para follarse y sodomizarse a la vez con una comba que compré en un chino. Consistía en usar los enganches para atar un extremo al otro, de manera que los dos mangos quedaban juntos. Luego ella tenía que introducir una pierna por el agujero y luego pasar la cuerda por encima de la cabeza. La cuerda quedaba tirante y los mangos tenían que se introducidos en el coño y el ano y así ella solo tenía que moverse y retorcerse en la cama y la misma tirantez de la cuerda desde los hombros hacía todo el trabajo. ¡¿no os parezco un genio?!. Me dijo que seguro que ya se había inventado algo así pero con consoladores auténticos y ergonómicos y un sistema de correas como dios manda y yo le dije que no, que había preguntado y que no los había inventado nadie. Luego ella dijo que al día siguiente iba ella misma a hacer la patente para que nadie nos robara la idea y me hizo una mamada de las que hacen época, de puro agradecimiento por ser tan listo y creativo. Esa noche no pude pegar ojo pensando en los millones que nos íbamos a embolsar pero por la mañana noté como una nube negra sobre mi cabeza y supe que algo no andaba bien. Me asomé a la ventana para fumar y pensar detenidamente observando el parquecito de enfrente y allí estaba la vecinita de al lado jugando con mi comba, dando saltitos sobre la cuerda agarrándola de los mangos de los extremos y haciéndola girar sobre su cuerpo.
-Coño Marisa, hay que ver cómo eres, que eso no es para niños, menuda vergüenza, darle eso a una cría-, le dije a mi Marisa- a ver si se va a dar cuenta de para qué sirve en realidad y la liamos.
Se reía.
-No pienso regalarte nunca nada más.
Se reía más.
En la imagen, una de perversiones raras. Son 4 páginas

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