jueves, 11 de noviembre de 2010

ALEGRIA INUSITADA

Entraron juntitos y él agarrado del brazo de ella. Ella era como de 55 años y el como de 56(aunque también podían ser 60 y 70 respectivamente). Pero él andaba despacito como si casi no pudiera. Estaba un poco paliducho y tenía el labio inferior colgándole hasta la barbilla y las orejas de soplillo; varios pelos encima de la cabeza y cierta resignación valiente en la mirada. Tardó muchísimo en sentarse en el sillón porque temía caerse. Cuando le pregunté cómo lo quería hizo una larga exposición con gran despliegue de gestos para explicármelo y me dijo que él aún quería cuidar su aspecto a pesar de todo. Como yo no sabía a qué "todo" se refería me callé como un zorro, a sabiendas de que tarde o temprano me lo contaría.
- Yo vivo la vida con una alegría inusitada, amigo-, me dijo. Tenía la vos pastosa.
Esto se estaba poniendo divertido.
No dije nada y vi a través del espejo como la señora me sonreía con resignación.
- Me recupero de todos los problemas renovado en fuerzas y ganas de vivir.
-vaya...
- Con una felicidad inusitada, teniendo en cuenta lo que he tenido que pasar.
Me cago en la puta: dos veces inusitado. Nadie me iba a creer cuando lo contara.
A los calvos sin casi pelos en las sienes hay que hacer como que retocas y retocas para justificar el precio del corte, y en eso me entretenía yo cuando el tipo empezó otra vez:
-Cuatro infartos, pero aquí me tienes, feliz de poder seguir un ratito más en este mundo.
- A eso se le llama resiliencia-, dije, por decir algo que lo confundiera y le hiciera callar.
Se quedó un rato callado.
- Susana ¿Cómo son mis ganas de vivir desde el último infarto?-,dijo ahora, volviéndose hacia su mujer y provocando un pequeño escalón en el corte de pelo.
-Ay hijo, yo que sé , se te ve mejor...
-¿Qué?, ¿quequequé?, ¿cómo son mis ganas de vivir? Que pareces subnormal, que ya te lo he dicho mil veces.
-inusitadas.
Tres veces inusitado
-¡Pero no lo digas con la boca pequeña cojones, que parece que no es verdad!¡Dilo alto, joder!
Ella no dijo nada pero chasqueo la lengua.
- El jefe de cirugía Gustavo Villa tuvo mi corazón aún palpitando en su mano-alzó el brazo como si llevara una antorcha pero poniendo las manos en postura de sujetar un corazón palpitante- y ¿sabes lo que dijo? Díselo Susana, dile lo que dijo el doctor.
-Ay por Dios, no sé , no me acuerdo ahora
- ¡¡Pero cómo eres tan imbécil y tan subnormal!! A ver si ahora se va a pensar este señor que estoy mintiendo. ¡¡Díselo cojones!!
-...
- Yo le diré lo que dijo, porque mi señora solo se acuerda de lo que le sale del coño. Dijo : ¡Este señor va a sobrevivir porque su corazón tiene una alegría y unas ganas de vivir inusitadas!
-Vaya. ¿Y usted como lo sabe?, digo, por lo de la anestesia...
Se paró el mundo unos segundos o una horas.
- Esta patilla está más alta que la otra, y quítame bien los pelos del cuello.
Y ya no dijo nada más. ¿Verdad que parece ficción? Se admiten apuestas.
En la imagen, otra estúpida historia de peluqueros, de 4 o 5 páginas, de ficción.

1 comentario:

Mariano dijo...

Es relato es fantástico y estoy seguro, que salvo el "aderezo" tuyo es totalmente verídico. Las peluquerías y las barras de los bares, suelen convertirse con relativa frecuencia en "confesonarios" o consultas de psiquiatría. Un abrazo Javi.