miércoles, 30 de diciembre de 2009

SI NO LLUEVE VOY CON LA BICI ROJA

Sonia era la madre de una chica de a 20 que parecía que no podía controlar sus caderas ni sus tetas ni sus hombros ni la curvatura de su espalda ni su culo-mesita (se podían servir desayunos en él), aunque probablemente toda la coreografía exótica de su cuerpo estaba minuciosamente estudiada para enloquecer a los hombres. Sonia solo tenía 15 años más que su hija y se sentía tan celosa de ella que procuraba follarse a todo aquel que la mirara con lujuria.
A Sonia se le iba la oreja a las conversaciones ajenas y a veces entraba en ellas involuntariamente. Un lunes estábamos tomando un café en un bar pequeñito de paredes de piedra y fotos de niños, cuando el camarero le chilló a la cocinera: “¡Si bajas al almacén sube cuatro cartones de leche!”. Sonia musitó, con la mirada perdida en mi frente, “Vale, cuatro cartones”.
Un domingo en el autobús una chica le dijo a otra “ ¡…me entraron unas ganas de darle una patada en los huevos…!” y Sonia murmuró mientras con su dedito dibujaba en la suciedad de la ventanilla “ di que sí, una patada en los huevos bien dada”.
También desvelaba conversaciones internas sin darse cuenta. Estábamos unos cuantos en la barra del bar y la oía decir, muy bajito, dirigiendo una mirada perdida a la izquierda (siempre a la izquierda) “y tú que lo veas con los ojos en la mano”.
Marcelino Mimosín era el jefe de sala del comedor del hotel y le llamábamos así porque todas las tías de todas las edades se lo querían follar no por su cuerpo escultural sino por su aire de osito de peluche, imberbe, regordete y con grandes ojos de grandes pestañas caidas y tristonas y boca pequeña de labios rojos por la que escupía los cinismos mas malvados que uno pueda imaginar. Como miraba con lujuria a la hija comosellame de Sonia esta se lo llevó al huerto. Mimosín y yo habíamos forjado una profunda amistad basada, sobre todo, en la sorprendente y casual revelación de que los dos nos habíamos puesto cachondos cuando teníamos 13 años leyendo una novelita (de las de cambiar en el quiosco) de Ralph Barby que se llamaba “El planeta de las hembras Leax”, en la que un navegante del espacio caía en manos de una especie extraterrestre de hembras en cuyo planeta no tenían hombres y hay que ver lo que le hacían al pobre muchacho. Saber que otro ser humano se había masturbado con aquella obra insignificante derribó cualquier barrera que pudiera haber entre un jefe de sala y un friegaplatos. Así que me contó lo que pasó con Sonia. Yo no había follado nunca con Sonia ni quería porque me daba mucho miedo pero tenía algunas sospechas razonables sobre su comportamiento en la cama, y Mimosín me las corroboró. Me lo contó así:
-¿Sabes lo que hizo la hija de puta en medio del polvo, justo antes de corrernos como perros?- me preguntó Mimosín, con gesto más desconcertado que indignado
-No se, ¿dijo algo sobre un trasmisor estropeado o sobre yogures?
- Dijo “vale, si no llueve voy con la bici roja”.
Y hablando de conversaciones raras en la cama, PICAD EN LA IMAGEN NEGRA Y FELIZ AÑO.

lunes, 28 de diciembre de 2009

MALA, MALA, MALA, PERO MALA DE VERDAD

En casi todas las cocinas había una mujer separada o soltera entrada en años y con muy mala hostia, que se sentía amenazada por todo el que entraba nuevo a trabajar. Cuando vomité sobre la pila de platos sucios supuse que le habría quedado claro que yo no era una amenaza para su puesto de trabajo pero como había sido víctima de un marido alcohólico y maltratador, su mente enferma me adjudicó la personalidad del gañán con el que había estado casada. Yo hacía ensaladas, me lavaba las manos después de cagar y me bebía la ginebra de lavar los cubiertos mezclada con agua para que nadie advirtiera mis excesos. También hacía unos pasteles de chocolate que se servían calientes con una rodaja de mandarina y cuya sola visión me provocaba arcadas . La camarera que lustraba los cubiertos al lado de mi pequeño rincón de trabajo me ponía como un burro porque era joven y exuberante, ceceaba y olía bien. Cuando le dije que era de Navelgas me contó que ella había "eztado allí de coloniaz cuando tenía 14 añoz" y yo le pregunté si de aquella ya menstruaba. A partir de aquel día anduvo un poco escurridiza y parecía que me evitaba. Yo no entendía como podía ir por la vida de bomba sexual a punto de explotar y escandalizarse por una pregunta tan inocente, a no ser que sintiera algún tipo de repulsión hacia mi persona. No se puede ser puta y señorita a la vez. Pero se me ha ido la olla. Estábamos con la zorra amargada de 52 años que intentaba joderme la vida para que dejara el trabajo. Primero le dijo al cocinero jefe que yo olía mal. Bien, era cierto. Luego le dijo que me había visto robando un magret de pato en la nevera. Bien, era cierto. Luego le dijo que vomitaba con frecuencia sobre los platos que esperaban en la maquina de lavar y los metía igual sin pasarles ni un agua. Esto era mentira, solo lo hice 2 veces y fue un accidente. Le dijo que me había pillado varias veces empinando el codo en el almacén. Cierto. Que fumaba en la nevera, que me comía los restos de los platos, que me bebía el vino sobrante de los clientes y que me había visto lamiendo la cuchara del postre de la recepcionista superguapa – francesa. Cierto, cierto, cierto y cierto. Pero ¿cómo se puede ser tan miserable?... Me refiero a ella, por si alguien se lo está pensando.
Así que un día la agarré aparte y le dije que la iba matar con mi mejor tono de voz de psicópata cinematográfico. Le dije: “Te voy a matar hija de la gran puta”. ¿Y sabéis qué hizo la hija de la gran puta? me cogió los huevos con las dos manos, sin nada de amor, y me dijo: “A ver”. ¿Se puede ser más miserable y más mezquina y más mala?
Luego estuvimos saliendo un poco pero la relación se estropeó por culpa de mis vicios y sus arrugas.
Era mala, mala, mala, pero mala de verdad. Creo que sigue allí, pelando patatas, y allí seguirá hasta que se acabe el mundo.

viernes, 25 de diciembre de 2009

ESENCIA DE MAÑO

El maño siempre contaba chistes de maños cuando estaba curda y se hacían corrillos a su alrededor porque el acento maño es muy cómico para los que no lo somos. Cuando no tenía espectadores se ponía serio y a algunos allegados nos mostraba al artista que se escondía tras el payaso. Afirmaba ser el doblador de Al Pacino en “ Esencia de mujer” y aseguraba que el doblador habitual se había puesto enfermo y uno de la productora se fijó en él en un bar. Habían trabajado mucho para pulir su dicción y evitar acentos locales pero el resultado estaba a la vista. Normalmente lo mandábamos a la mierda, pero la primera vez que me lo contó decidí hacerme el tonto y pedirle que me hiciera una demostración. Se sabía todo el monólogo en que Al- coronel ciego- Pacino defendía a Cris O´Donell en el tribunal escolar. Cerré los ojos para escuchar porque la cara del maño no daba para imaginarse a la del actor. Vale. Se veía que en sus borracheras solitarias se había dedicado a aprenderse el monólogo y lo recitaba con soltura y cierta semejanza en algunos tics del doblador original, pero, sorprendentemente, me recordaba más a Rambo que a Pacino ( creo que el mismo doblador ha coincidido con ambos actores). Lo que más le gustaba era la parte en que decía “Todavía estoy calentando motores” y no sé qué hostias del alma incorruptible o algo así. En ese momento, a veces se emocionaba y se le empañaban los ojos porque estaba muy borracho y lo sentía todo muy intensamente.
Un día quedé por teléfono con una gallega a la que había conocido borracho y de la que solo recordaba que era más joven que yo y que olía bien. Mi mente la había dibujado como una preciosa morena de ojos verdes. Cuando la vi me disgusté porque tenía los ojos demasiado separados de la nariz y alguna imperfección en la piel de la frente; tenía la fea costumbre de hablar a veces enseñando los dientes y sin separar casi los de arriba de los de abajo, lo que me hacía pensar en que alguien a quien admiraba en su pueblo hablaba así (no sé, la hija del alcalde o una concejala) y ella había cogido esa costumbre a base de imitarla; también le hacía muchísimas preguntas estúpidas al camarero sobre los ingredientes de la comida y pidió que le cambiaran el cenicero porque había un hueso de aceituna que no era nuestro. Luego me sometió a un interrogatorio como si estuviera catalogándome como posible marido y durante los postres me habló del amor y sus trágicas consecuencias con un apasionamiento que me puso los huevos de corbata. Sí. Me habló de amor con mucho sentimiento enseñándome la dentadura apenas abierta mientras lo hacía. Creo que no era bebedora habitual y me había pasado llenando su vaso de tinto una y otra vez al mismo ritmo que el mío. Luego nos fuimos a un pub que yo frecuentaba y parecía que se iba a poner mimosa cuando apareció el maño. Mostré una alegría poco habitual al verle y le invité a que se uniera a nosotros. El maño se parecía físicamente a mí pero con la cabeza más grande y plebeya y algo más de tripa, pero él solía mirarme como si yo me pareciera a él pero con la cabeza más grande y plebeya y algo más de tripa. Como había una chica se puso seductor y enseguida le piqué para que nos hablara de sus dotes de doblador de actores. Le pedí a la chica que cerrara los ojos mientras él recitaba el monólogo. Ella estaba borracha y a veces emitía chilliditos y gritaba : “ ¡Es Al Pacino, lo estoy viendo!” , mientras yo me iba desplazando serpentinamente hacia la puerta de salida. “¡…El alma de este chico no está en venta…!, le oí gritar al maño, antes de largarme de allí como la puta rata que soy.
¡Pues esta sí que es buena!: Esto sucedió hace 5 años y hace una semana me comunicó vía Facebook que se había casado con la gallega y esperaban un hijo. Enhorabuena mañico, y no te delates en mi facebook que yo no pienso descubrirte.

lunes, 21 de diciembre de 2009

NÚMERO 25

El número 25 de COMO LOS SAPOS CIEGOS está todo él imbuido de espíritu navideño y amor.
Y ya van 25 números. El número 25 siempre ha sido un número bonito y de color rojo, como todo el mundo sabe.

LA ENFERMERA DE LAS GAFAS DE MONTURA ROJA, OJOS VERDES Y DEDOS DELICADOS

Casi nadie se imagina a su abuela chupando una polla o tomando por el culo, es normal, y es bastante probable que no les gustase hacerlo. El otro día un cliente de setenta y pico años me dijo que le habían hecho una exploración rectal en el hospital. Ni siquiera esperó a sentarse ni a dar los buenos días, lo dijo en la puerta. Les encanta contar sus truculencias aunque sea lunes, aunque sea otoño y las hojas se arrastren lánguidamente por el suelo mientras una lluvia melancólica chisporrotea en la ventana; aunque sea primavera y se pueda ver en el parque a unos niños jugando con un globo y riéndose o a una adolescente comiéndose una chocolatina con la mirada perdida; aunque suene el más alegre Swing del mundo en el tocadiscos y yo esté de buen humor o aunque suene el final de la opera y la protagonista se muera o el bueno de Bach vuelva a engañarnos haciéndonos creer que ahora sí que se acaba la melodía, para burlarse otra vez consiguiendo que él violin rice el rizo una vez más. Ellos tienen que contar sus historias de pus y caca y mi impulso incontrolable es decirles algo que no se esperan. Ese día recordé a la bellísima enfermera de las gafas de montura roja sobre ojos verdes. Cuando el viejo me dijo que había sido en el hospital de jove donde desvirgaron su culo pensé en los dedos finos de la enfermera de las gafas de montura roja deslizándose por su recto y así se lo hice saber. Le dije: “¿No tendría usted la suerte de que le hiciera la exploración una morenita de ojos verdes con gafas de montura roja?” Se puso muy nervioso. Era un tipo bastante rudo y torvo, a juzgar por las matas de pelo que salían de sus orejas y por la cara de subnormal enfadado con su puta vida. Me dijo en un tono seco y cortante que a él no le gustaban esas mierdas y que además “a una mujer hay que darle por donde hay que darle y hay que darle bien”(cito textualmente). Y se puso colorado como un centollo. El resto del corte trascurrió en silencio mientras mi imaginación se iba con aquella enfermera de ojos verdes y se alejaba del recto del cliente a la vez que tatareaba algo de doo wop para destensar el ambiente. Dudurududumm. Me he alejado un poco del tema del chiste, excepto en el hecho de que mi cliente se podría parecer perfectamente al tipo de la mamada. Pica en la imagen.

jueves, 17 de diciembre de 2009

UNO DE PSICÓLOGOS PARA UNA HISTORIA DE PSICÓLOGOS

El problema de simular una depresión es que hay que recapitular y buscar razones reales para estar deprimido, consiguiendo así que la interpretación en la consulta sea más creíble; lo que nos lleva a comprobar que realmente deberíamos habernos suicidado hace tiempo. Yo tenía estos datos: vivía en una casa de planta baja que olía mal, no tenía luz y tenía cien años, y en cuyo patio había una chabola con un esquizofrénico y su anciana madre a la que maltrataba.
Tenía un trabajo temporal de inserción laboral del ayuntamiento que consistía en golpear cunetas con una azada rodeado de yonkis y analfabetos.
Bebía 3 litros de vino diarios y fumaba 2 cajetillas de tabaco.
Estos datos, aliñados con una falta absoluta de expresión verbal y no verbal bastaron para convencer al la psicóloga y darme 6 meses de depresión pagados. Salí tan contento que me metí en la bodega a celebrarlo con cecina, vino, pan y queso, a lo grande. Incluso practiqué algunos ritos de cortejo que tenía apolillados en la memoria, con la camarera esa que siempre me miraba como a un puto gusano. Era subnormal pero estaba muy buena. Era subnormal porque siempre decía a viva voz que le daba mucho asco la gente que bebía vino a las 11 de la mañana, afirmación desafortunada cuando se trabaja en una bodega rodeada de una manada de alcohólicos. El caso es que le dije a la chica, valiente como me sentía por mi nueva situación de “enfermo- depresivo- cobrando”, que si ese azul de sus ojos eran unas lentillas porque parecía casi irreal y que hacía daño a la vista y que si tuviera los pezones del mismo color haría un bonito efecto optico, como de tener ojos en las tetas o pezones en los ojos, según se mirara. Me dijo cerdo y no me miró más a la cara en toda la mañana. Parecía que le molestaba servirme el vino y le daba asco que me lo bebiera a una velocidad tan vertiginosa. La cecina estaba de puta madre, sin toda esa mierda de aceite y orégano que le echan algunos enteradillos de taberna fina. Eso solo se hace si la cecina es una mierda, si esta buena no hay que joderla con aliños matasabores. Salí de allí con un buen cebollón y seguí la ruta con alegría. Tenía la sensación de haber aprobado unas oposiciones y así lo hacía ver.
En los bares conocidos me frotaba las manos, daba saltitos de payaso y gritaba entre carcajadas : “ ¡Me han dao 6 meses de baja por depresivo!”. El Frutero Pablo me miró con desaprobación y yo le dije, apuntándole con mi dedo índice a la frente “y eso me lo estás pagando tú y todo el resto de autónomos puteados”, ¡y hay que ver que cara mas macabra se le puso!.
Por la noche seguía celebrando mi depresión, ahora bailando con una borracha encima de la mesa en un pub. ¿Cuántas posibilidades había de que mi psicóloga estuviera allí y me viera dar rienda suelta a la depresión? Joder. Menuda cara se me quedó, con el sujetador en la cabeza y enfriados mis ánimos por la penetrante mirada de la psicóloga, que me taladraba desde la barra. Ya no la podría engañar de nuevo. Solo me quedaba cambiar de psicóloga, pero esa es otra historia.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

ANIMACIONES GROTESCAS











Si picas en la imágenes vas a las animaciones de novato que hice para ellas, . La idea era experimentar un poco con el juguete (image ready, nada del otro mundo), pero me pareció muy cansado y repetitivo y acabé por dejarlo en estas cuatro grotescas pruebas. La del angel- pollo tiene algo de interés porque muestra los pasos desde el dibujo a lápiz al resultado final.



domingo, 13 de diciembre de 2009

UN CUENTO DE NAVIDAD

La cocinera Eva era fría y hermosa como la muerte y casi me ponía palote que me diera órdenes y me tratara de usted. Yo estaba de friegaplatos y ella tenía el cuello de nadadora y los ojos azul-vacío. El novio iba a buscarla con sus 2 metros de estatura y sus modelitos de mierda y sus rastas de mierda. Se creía muy guay por llevar el pelo sucio y zapatos de 200 euros. Yo estaba siempre colorado como un centollo y tenía un cartón de vino tinto debajo de la pila. “Maldita puta, seguro que ese imbécil no sabe hacer una O con un canuto” pensaba yo, fantaseando con un inesperado golpe de fortuna que me colocara por encima de las expectativas de esa Diosa herculea y toda su puta raza.
Un día estaba ella trajinando con el pescado cuando apareció el hijo de la dueña, un niño mofletudo que tocaba las cosas sin que nadie le diera dos hostias. Era Navidad. ¿Sabéis qué le dijo mi Evita al niño, muy bajito, pero no tanto como para que yo no lo pudiera oir, cuando el niño empezó a desvariar con Papá Noel? Le dijo: “Mira nene, Papa Noel esta navidad no está porque murió carbonizado al colarse por una chimenea encendida el año pasado”. ¿No os parece un ángel? Casi se me empañaron los ojos. Mis huevos estaban llenos de amor y casi que mi corazón también.
No hubo golpe de fortuna, me cago en la cenicienta, pero mirad lo que pasó:
Una noche, estaba yo ahogando mis penas en un bar con mi mejor pose de perdedor con oscuro pasado, mientras afuera trinaban los villancicos en los altavoces, cuando apareció el imbécil que se follaba a Evita con una tranca de tres pares de cojones (quiero decir que apareció borracho, no que se la follaba con una tranca). Me dijo que me conocía, que trabajaba con su novia y patatín patatán y yo me puse lameculos y rastrero como el pedazo de mierda que soy. Tomamos una y otra y otra y él ya no se tenía en pie. De pronto se me quedó mirando con los ojos muy abiertos y la boca también y echó a correr en dirección al servicio, pero antes de llegar ya comenzó a andar abriendo las patas de una forma peculiar que me era conocida; cuando te cagas encima abres las patas porque actúas como si no tuvieras pantalones y consiguieras así no mancharte los muslos. No sé qué hizo en el servicio todo el rato que estuvo pero no sirvió de nada, sus pantalones rezumaban mierda y, para mi sorpresa, a pesar de su carita de guapo y sus zapatos caros, esta olía peor que ninguna que hubiera olido yo antes. Luego dimos por terminada la velada de compadres y nos fuimos cada uno a nuestra casa, previa promesa de no contarle a nadie lo sucedido. En casa estuve bebiendo vino tinto y fumando y pensando en que una mujer como Eva no debería estar con un tío que se caga encima, y obsesionándome con esa idea y dándole vueltas y más vueltas. Por la mañana me levanté igual de borracho que me acosté y al llegar a los vestuarios del hotel dejé una nota en la taquilla de Eva, esa que veis en la foto. Luego apareció Eva en la pica de las perolas y me dio una hoja con mi foto y mi curriculum y me preguntó si eso era mío. En el reverso del currículo estaba la nota que le había dejado pegada en la taquilla y quise pensar que se había caído por el lado bueno. Al menos ella no dio muestras nunca de haber leído nada sobre novios y cagadas.
Luego colgué en la puerta del armario de mi dormitorio, en el espejo, justo encima del reflejo de mi cabeza cuando me miraba a un metro de distancia, la nota de la vergüenza, para recordar siempre que no se escriben notas en estado de embriaguez de amor y vino.
Quizás debería pegarla ahora en la pantalla del ordenador para recordarme lo fácil que es darle al INTRO.
INTRO.

jueves, 10 de diciembre de 2009

AL BUENO DE SARTRE LO QUE LE HACÍAN FALTA ERAN UNOS BUENOS ESTIRAMIENTOS DE ESPALDA Y DEJARSE DE JODER LA MARRANA

Este cuadro lo pinté hace 20 años, en el invierno de 1989-90. Ese tipo tan retorcido lo hice así probablemente por snobismo de artista , ya que sabía dibujar perfectamente a las personas con los hombros sin dislocar. Tampoco es que reniegue de él, a lo mejor dentro de mil años un biógrafo y un crítico estúpidos aúnan fuerzas para sacar una conclusión estúpida sobre el autor. Pero les voy a joder esa posibilidad, si este texto resiste al tiempo. El caso es que recuerdo a una tía que, aquel mismo año y conociéndome muy poco, me dijo que andaba muy cargado y muy tenso de espalda y que parecía que había estado en la cárcel¿? Me aconsejó unos estiramientos matutinos y unos ejercicios respiratorios, a sabiendas de que un tipo que dedicaba la mitad del día a echarse vino al coleto no se va a inscribir en un curso de yoga. Yo consideré que la complejidad existencial de mis problemas eran propias de una mente superior y clarividente y esa chica era una necia al pensar que sus ridículos remedios para marujas agorafóbicas podían serle de utilidad a un espíritu elevado como el mío y después recuerdo que destrocé una puerta a patadas porque se me había olvidado el vino en la tienda y finalmente me bebí el vino blanco de cocinar, me dio un ataque de genialidad y terminé ese cuadro.
10 años después perdí el cuadro en una mudanza. Dos días antes había tenido un encuentro raro con un borracho en un bar que abría las 24 horas. Había más borrachos, como suele ocurrir en ese tipo de bares a las 4 de la mañana, pero ese me miraba con reconocimiento y sonreía de manera inquietante y meneaba la cabeza. Tenía una cara patibularia y no por casualidad: “Tu has estado en la cárcel de Villabona” me dijo¿? Le dije que no y él que sí y yo que no y él que sí. Finalmente le dije que no había estado en la cárcel y que me parecía que lo que él quería era que le dijera que sí, para acribillarme a preguntas que demostraran lo contrario y luego darme unas hostias, porque él sí que había estado encerrado y a los ex presidiarios les jode que alguien vacile de haber estado en la cárcel sin haber estado. Se le quedó cara de tonto un rato. Me dijo que estaba como una maniega (“estás mas chiflao que yo, hijoputa”, me dijo también) y que lo que había notado en mí era una tensión muy rara que tiene mucha gente después de estar en la cárcel¿? Cuando regresé a casa, borracho y pensativo, apunté con mi dedo índice al personaje del cuadro y le dije: “ tú has estado en la cárcel”.

10 años después de perder el cuadro , 20 después de pintarlo y hace una semana, me dio por ver una de Clint Eastwood, “Mystic River”. En ella, el poli negro decía que sabía que el protagonista había estado en la cárcel porque tenía una especie de tensión en los hombros. Diez minutos más tarde encontré casualmente la foto del cuadro perdido. Joder. Sí que tenía los hombros cargados, el personaje ¿Y yo? Busqué estiramientos de espalda en google y me puse a hacerlos. Y al día siguiente y al otro. Comprobé que hay una notable diferencia en el estado anímico haciendo estiramientos y no haciéndolos. No me quiero ni imaginar como hubieran cambiado las cosas si los hubiera empezado a hacer hace 20 años y de qué coño estaría escribiendo ahora.
¿Conclusión?: AL BUENO DE SARTRE LO QUE LE HACÍAN FALTA ERAN UNOS BUENOS ESTIRAMIENTOS DE ESPALDA Y DEJARSE DE JODER LA MARRANA CON QUE LA EXISTENCIA PRECEDE A LA ESENCIA.

lunes, 7 de diciembre de 2009

NÚMERO 24

El número 24 trata de bebes, putas, graciosos de peluquería, brujas , locas, subnormales, divulgadores científicos, analfabetos y manos libres al volante.
Sin miedo. Picad en la imagen.

EL GRAN LIBRO DE LA CINEFILIA

Xavier Águeda es es el Listo de Listocomics.com (una página de tiras famosa y con solera) y probablemente una de las pocas personas emocionalmente estables e inteligentes de entre esa turba de imbéciles que se han adueñado de WEE. Como en los momentos de tormenta durante mi breve paso por ese ente amorfo que es la asociación de webcómics en español fue de los pocos que no se sumó al odio generalizado hacia mi persona, y puesto que ya hace tiempo que tengo su enlace en este blog porque su tiras me hacen sonreír, tengo el gusto de anunciar aquí la inminente puesta en venta de su libro, el gran libro de la cinefilia:
El gran libro de la cinefilia, de Xavier Àgueda (Listo Entertainment). Rústica, 300 Páginas. 21 x 14,8 cm. PVP: 15 € El gran libro de la cinefilia recopila los artículos humorísticos sobre cine escritos por Xavier Àgueda para el blog La Cinefilia entre 2004 y 2009. Incluye un cursillo de cinefilia, cinco trucos para cineastas, centenares de reseñas y bastante recochineo. El prólogo es de Guillermo Zapata (guionista de Hospital Central). Sale a la venta el próximo 18 de diciembre de 2009.
Sobre el autor: Xavier Àgueda, alias Listo Entertainment (Barcelona, 1979) es ingeniero, profesor, dibujante de cómics y cinéfilo atípico. Publica habitualmente en las revistas TMEO, Monográfico, Cretino y Le Potage, y es el responsable de las webs de Listocomics.com, La cinefilia, y Cómics en blog. * Más información en : http://listocomics.com/cinefilia

jueves, 3 de diciembre de 2009

NO LO HAGÁIS EN CASA. ES UNA HISTORIETA CÓMICA SIN FUNDAMENTO.



En el restaurante del pueblo nos juntábamos a veces a comer personas que en la vida real jamás habrían compartido la misma barra ni el mismo bar. La norma era hablar con mucho amor de las tradiciones que se perdían y de toda esa mierda inútil de la mitología celta de la que se supone que los asturianos somos herederos. Pues hablando de creencias chiripitifláuticas, hoy mismo vi a unos lapones pastores de renos, en el canal odisea, cuya vida era una mierda de tamaño directamente proporcional a la extravagancia de su religión y sus mitos. Eso sí, en el documental nos vendían con mucho cariño lo de la comunión con la naturaleza y todo eso. En mi opinión la selección natural estaba haciendo su trabajo y les quedan cuatro días. Por eso, en aquellas tertulias de domingo durante la comida, me asombraba que aquella gente que se quejaba de no tener valor para elegir permanentemente la vida del campo abandonando las comodidades de la ciudad, se pasaran todo el puto día hablando de las ventajas de las viejas tradiciones en comunión con la tierra mientras que los que no habían tenido elección dedicaban la mayor parte de su niñez a urdir un plan para salir del pueblo.
La vieja tradición que cuenta la historieta de la imagen es falsa. Niñas, no lo hagáis en casa ni volváis a entrar en este blog. Caca.