martes, 26 de octubre de 2010

UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ PLÁTANO

Marisa me pidió que fuera a buscar pañales y primero le dije que no me encontraba bien y luego le dije que sí, que enseguida bajaba, porque después no iba a haber dios que la aguantara. Antes de entrar al supermercado entro siempre en el bar porque así es más divertido entrar en el supermercado. Hay sirviendo una mujeruca medio tonta que mira con desagrado a los clientes que no son amigos de su marido, que está siempre haciendo relaciones públicas en los bares de 500 metros a la redonda. La cosa es que los amigos del marido se van con él a hacer relaciones públicas y el bar está siempre vacío y la mujeruca está cabreada con su marido, con los amigos de su marido que no están y con los pocos clientes que entran a pedirle un vino a esa cara de vinagre. Yo soy de estos últimos porque me resulta agradable que la señora pase de mí como de la mierda, os puedo asegurar que si intentara darme conversación no volvería a verme más por allí. Ella siempre se empeña en ponerme el vino tinto de la nevera y yo nunca me acuerdo de pedírselo del tiempo, pero aunque me haya dado cuenta de que me lo está sirviendo frío, espero a que termine de echarlo para recordarle que me gusta del tiempo y que así la pobre tenga una razón más para estar cabreada.
Ese día, cuando la señora ya me había servido tres vinos fríos y tres del tiempo, entró otro cliente en el bar con una tajada de tres pares de cojones. Entró cantando algo ininteligible, imitando al Camarón o cosa parecida(aaauuuunnnn). Se pidió una copa de orujo y la señora se la puso sin siquiera mirarlo ni a él ni al vaso. Ahora le dio por cantar la del pozu Maria Luisa, que es una canción minera muy jodida de aguantar si el que la canta va borracho. Luego dejó la canción a medias y se quedó mirando para mí pero como si mirara hacia dentro de sí mismo, no sé si me explico: en realidad estaba intentando darle forma y significado a ese bulto que había a tres metros con un vaso en la mano. Entonces solté una carcajada de lunático muy larga, hasta que casi se quedó en estertor. Luego lo hice otra vez. El borracho pareció mirarme de verdad ahora.
- ¡¡HOY ES UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ PLÁTANO, COJONES!!-Grité. Esta frase no es mía sino que es el título de un cuento de Salinger, pero siempre que la grito en algún sitio concurrido se hace como un vació a mi alrededor. Es una frase cojonuda.
El borracho apuró el vaso y se fue caminando a su manera.
La señora me sirvió otro vino y no me lo quiso cobrar "a este invita la casa", dijo y ¿sabéis qué?:Me lo puso del tiempo.
Marisa me miraba desde la calle, con la cabeza muy cerca de la cristalera del bar. Tenía una bolsa de pañales en la mano, la niña en la otra y cara de resignación. ¿Cuánto tiempo llevaría allí?.
En la imagen, una de 5 o 6 páginas

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