Si amiguitos, todas las mañanas me levanto alborozado y corro descalzo y desnudo a abrir la persiana para ser de nuevo testigo del milagro de la vida. Llevaba dos días sin ver a mi pollito Panchito cuando saqué esta foto, esta misma mañana. Fue tanta mi felicidad ante el sorprendente estirón que había dado mi Panchito, que mis carcajadas de alegría inundaron el patio de luces, alertando a los vecinos, cuyas caras adivinaba tras los ligeros temblores en las cortinas de sus ventanas. Mi miembro permanecía todavía amorcillado tras la erección matutina, y quise pensar que tras las cortinas de enfrente estaba la nieta y no la vieja, haciendo una O mayúscula y perfecta con su boquita universitaria tapada por sus dedos blancos de uñas limpias.Vale, es casi todo mentira; pero el pollito sí que ha crecido.


















