A mí nunca me han atracado en la calle y siempre pensé que
si algún día ocurría me desmayaría como un pajarito, pero parece que tengo unos
ovarios como gramófonos porque veréis lo que me pasó esta tarde. Yo ya iba a
sacar las llaves del portal cuando vi una sombra proyectada en la puerta.
Estuve un rato largo hurgando en el bolso y las llaves no aparecían así que me
extrañó que la persona que proyectaba su sombra detrás de mí, si era un
habitante del edificio, no sacara las suyas para abreviar y entonces me volví
par disculparme por mi torpeza.
—No las encuentro —dije.
—Dame el bolso —dijo.
Era un tipo con aspecto tontorrón y una navaja insegura en
su mano derecha que parecía más preparada para cortar pan y queso que para apuñalar.
—¿El bolso? —dije—. ¿Para qué quieres un bolso de mujer?
—A mí no me gusta hacer esto pero mis hijos tienen que comer
mañana y estoy en paro.
—Vamos a hacer una cosa —yo todavía estaba buscando en el
bolso—. Mira, aquí tengo un monedero con una cantidad indefinida y aquí
cuarenta euros. Elige.
—¿Cómo que elija?
—Sí, tienes que escoger entre el monedero que puede contener
doscientos euros o quizás diez o elegir
en cambio estos cuarenta que son seguros.
—…—pobrecito mío, estaba confundido y no decía nada
—O puedes entrar conmigo en el portal y comerme el coño y te
llevas el monederito y los cuarenta euros.
Le entró miedo al pobrecito. Se metió la navaja en el bolso
y se fue casi corriendo. Antes de doblar la esquina se volvió a gritar:
—¡¡PUTA!!
Le temblaban las piernas.
Marisa Verdasco
2 comentarios:
Eres un genio, Javi :D
Gracias, no me merzco sus parabienes
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