miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿CÓMO LO VE?

Esto que sale en el chiste es un hecho real como la vida misma. Tengo un cliente que lleva con tan poca elegancia los transtornos de la vejez que siente la necesidad constante de que los demás también se sientan trastornados y pierdan la alegría de vivir. No es un ningún secreto que los viejos gustan de torturar a sus peluqueros con sus enfermedades y tienen miles de muertes en la familia para relatarte a un ritmo de 3 por corte de pelo. Este señor del que os hablo es un experto en ir dosificando la información hasta llegar al climax y me daba siempre la impresión de que ya había ido mascullando lo que me iba a contar desde el desayuno o quizás desde una semana antes; desde el momento en que decidió que ya tenía el pelo demasiado largo. Nunca repetía muertos y enfermedades de un corte para otro y parecía llevar 200 o 300 años arrastrandose por el mundo sufriendo males inenarrables y viendo morir a sus familiares y amigos de enfermedades crueles que me relataba con asombroso despliegue de detalles (ya sabéis, el pus, las boqueras, la cicatriz de la operación, la sangre en los oidos, los ojos desorbitados, el progresivo encongimiento mental y físico del enfermo y su muerte, solo como un perro o quizás con los suyos). Sus situaciones cotidianas también servían para ver, a traves de sus ojos, el mundo mezquino en que vivíamos, que torturaba a sus ancianos con trámites burocráticos, papeleos, cobro de recibos inesperados, médicos impertinentes, listas de esperas para revisiones médicas y pastillas de colores que no servían para nada. En fin. Todo era una puta mierda.
Un día decidí que esa vez no le iba a dar pie a soltar su lastre de mierda sobre su peluquero y realicé el corte en silencio sepulcral y ceñudo. Cuando estaba terminado ocurrió lo que veis en el chiste, más o menos. Al preguntarle "¿cómo lo ve?" se agarró a un clavo ardiendo y me relató lo de las almorranas, lo del dolor de espalda, lo de las rodillas, lo de hacienda, lo de su sobrino, también peluquero, que se murio de un infarto con mi edad, aproximadamente, mientras le cortaba el pelo al del estanco, que había perdido a su esposa con 33 años quedándose solo con un hijo de 6 que se llamaba David y lo habían encontrado muerto en su habitación de sobredosis con 35 años no hacía ni 2 semanas...
El caso es que decidí que no se iba asalir con la suya y le dije que tenía que perdonarme pero no entendía nada de lo que me estaba diciendo. Se quedó callado y perplejo, esperando una explicación y luego retomó su mierda por donde la había dejado.
- Perdone, pero no entiendo nada de lo que me está diciendo-,voví a interrumpirle, mirándole con mis ojos muy pero que muy abiertos y una sonrisa enorma de oreja a oreja rayana en el paroxismo.
Se le veía como desilusionado. Me pagó, cogió su chaqueta y su gorra de jubilado y su bastoncito y se fue para no volver jamás.

No hay comentarios: