
Pero las cosas no salieron como yo esperaba. En primer lugar, la cara de mi Marisa se puso luminosa y exótica a medida que la barriga le crecía y en seguida empecé a tener fantasías sexuales con su tripota haciendo de balancín mientras yo se la metía por el culo (había leido en algún sitio que si se la metía por el coño corría el riesgo de desnucar al feto). Ella tampoco resultó ser una preñada normal y, aunque siempre había sido un poco soseras en la cama, ahora reclamaba algunas porquerías que incluso a mí me avergüenza contar. Solo diré que para practicar casi todos los juegos que se le ocurrían, eran necesarias frutas y herramientas de bricolage; mermeladas y harina; peras lavativas, cepillos de dientes eléctricos y trozos grandes de carne cruda o lubinas muertas y pulpos vivos. Pero después de una de esas sesiones de antojo parecía olvidarse de todo y jamás se me ocurrió, después del parto, recordarle lo demencial de sus apetitos sexuales durante el embarazo. Solo una vez me emborraché y les conté lo del pulpo vivo y el destornillador a todos en noche buena y ella aseguró que jamás había visto un pulpo vivo compartiendo habitación con un destornillador. Tuve que salir a fumar a la calle a pesar de que lo había dejado hacía tres años, del cabreo que me entró. Luego, por la noche, le dije que si de verdad no se acordaba de lo del pupo y el destornillador y coge ella y me dice:
- Ja ja ja...un pulpo y un destornillador...ja ja ja...estás como una cabra.
Acerqué mis pupilas a las suyas mientras sujetaba su cabeza con mis manos, para detectar algún indicio de insinceridad y de que los recuerdos no habían desaparecido del todo.
- ¡El pulpo, joder! ¡El pulpo!.
- Cariño, me estás asustando-, me dijo ahora.
Efectivamente, el pulpo ya no estaba dentro de la cabecita maravillosa de mi Marisa.
¿El bebé? feo como un demonio y reclamando la atención constante de su madre. Una nena.
Patricia, me parece que se llama.
En la imagen, una historia de varias páginas sobre paternidad.
6 comentarios:
¿El destornillador era para apretar tornillos de la cama o para clavarselo al pulpo en el momento adecuado?. Estoy peornque con un sudoku. Un abrazo Javi.
¡¡Qué pulpo ni qué destornillador, jaja, de dónde sacará este hombre esas ideas!!
Patricia dice...no, si....
Este relato podría figurar en "Llenos de vida".
Esquizo y kince están entre mis preferidos, siempre con traca final.
Un abrazo.
P.D. Vuelvo a citarte en mi blog, espero que no te moleste.
Mariano, todo el mundo ha hecho alguna proquería con un pulpo vivo y un destornillador, parece mentira pa ti.
Ay, Marisa, ¿como puedes haberlo olvidado?
Thornton, ya vi tu especial Fante, citame siempre que quieras. Lo que no entiendo es como puede haberte gustado "camino de los Angeles"¿no es ese en el que tiene una paranoia con unos cangrejos?
Pues sí, "Camino de los Ángeles" me ha encantado. Es cierto que le sobra el capítulo 4, el de los cangrejos.
En "La hermandad de la uva" también habla de ellos, cuando lo detiene la policía. Tal vez tenía una fijación con esos bichos.
Un abrazo.
Ya había pensado en el destornillador, el pulpo... no sé, es que luego llega el hambre, y si viene la familia, con los sobrinos... no sé. Saludos Javi!
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