Por supuesto que en mi peluquería hablamos de fútbol, de política y de mujeres. Mi frase estrella es que el Sporting no necesita estrellas sino ser un equipo bien ensamblado, y al decirlo hago un expresivo gesto con los dedos de las manos encajando una en la otra; pero muchas veces las conversaciones derivan en temas que nadie andaba buscando pero que consigo introducir con sutiles vueltas de tuerca. Así, el otro día estuve hablando con un niño de 11 años sobre la posibilidad de la vida después de la muerte e incluso la negación de la última. ¿Qué cómo habíamos llegado a eso? Pues porque el periódico decía que el acelerador de partículas que iban a poner en funcionamiento en Suiza iba a crear un agujero negro que se iba a comer el mundo enterito en no se cuantos nonasegundos. El niño, que viajaba (esa misma semana en que se pondría en marcha el armatoste) a pasar unos días a Suiza, se puso a llorar un poco, al explicarle yo que él sería el primero en caer, pero luego se repuso demostrando una gran entereza y comenzó a preguntarme sobre la muerte y esas cosas. Yo intenté arreglar el susto que se había llevado explicándole una teoría rarísima pero que funcionaba como la maquinaria de un reloj en cuanto a lógica. Era algo así como “¿En qué se parece un caballo a un triángulo?” pero mucho más consistente, que nos llevaba a la inexistencia de la muerte y a una repetición eterna de las circunstancias, gracias a que el tiempo en realidad no existía porque un científico Somalí acababa de demostrar, entre otras cosas, que la teoría de la relatividad era falsa y que el tiempo es un concepto erróneo e inútil. El chaval pareció contento y mi teoría, que yo aseguraba sacada de una prestigiosa revista científica, no le prometía angelotes sin sexo ni infiernos ni limbos, sino un ciclo que se repite sin principio ni final, lo cual era bastante tranquilizador para él y turbador para mí. Por otro lado, un día, un cliente joven y otro entrado en años que esperaba su turno, después de leer en alto el último un titular del periódico sobre un turista arrestado por fotografiar niños desnudos en la playa, empezaron a marear la perdiz con lo de la pedofilia y toda esa mierda y yo, para desviar la conversación de tan feo asunto, decidí ir acércandola hacia otras depravaciones que por lo menos no eran delictivas porque no había víctimas, como la del sado- masoquismo y la coprofagia y todas esas cosas con golpes, heces y orina. El joven resulto ser como un bombón de los de Forrest Gump y saco un video de su móvil en el que unas tias muy buenas se cagaban en la boca mutuamente, y a todos nos sorprendió que estuvieran dispuestas a hacer semejantes porquerías con esos cuerpos y esa juventud que exhibían. El caso es que, llegado el momento, yo dije la arriesgada frase del millón, la del chiste que veréis si picáis en la imagen , y el cliente viejo dijo: “joder, como han cambiado las conversaciones de peluquería” y los tres nos descojonamos un rato. Claro, en el chiste es mucho más gracioso porque esta sacado de contexto y una frase como esa sin la cadena de ideas que llevaron a ella y expresada por un peluquero mientras trabaja en la cabeza de un cliente que no sabemos de que palo va, ya es graciosa de por sí. ¿Entendéis la dinámica del humor, o de mi humor? Las palabras clave son: FUERA DE CONTEXTO, INFORMACIÓN OMITIDA y PREVISIÓN DE LA ASOCIACIÓN DE IDEAS DEL LECTOR. El chiste es una estocada al pensamiento lineal del lector, que, basándose en su experiencia y conocimientos, calcula una cadena de acontecimientos y asocia unas situaciones con unos comportamientos que son previsibles para él. La risa ante el chiste no es más que una demostración de sorpresa ante algo que no amenaza nuestra integridad física pero si la intelectual, porque nos obliga a volver a reconstruir la realidad que el cerebro había creado para nosotros. De ahí que el humor provoque en muchos casos enfados, denuncias y juicios morales hacia el que lo crea. Cuando alguien se lleva las manos a la cabeza ante un chiste que considera inmoral lo que está ocurriendo la mayoría de las veces es que la sorpresa ha provocado desconcierto en vez de risa, además de tocar algún tabú adherido al subconsciente del ofendido, que pierde la capacidad de razonar. Una prueba del poder turbador del humor y el factor sorpresa es que casi todos los que han leído mis páginas opinan que soy un autor escatológico. Os propongo una cosa, leed todos los números de los Sapos Ciegos y contad las groserías y contenidos sexualmente explícitos que encontréis. Os llevaréis una sorpresa. No ocupan ni la cuarta parte del contenido total publicado hasta ahora. Lo que ocurre es que la grosería y el sexo fuera de contexto tiene una bis cómica tan grande que nos hace olvidar todo lo demás.
CACACULOPEDOPIS sigue funcionando.
Y se me ha vuelto a ir la olla.
El café; le dije descafeinado, cojones; ese sucio camarero descerebrado y cejijunto al que le suda el bigote lo ha vuelto a hacer.
CACACULOPEDOPIS sigue funcionando.
Y se me ha vuelto a ir la olla.
El café; le dije descafeinado, cojones; ese sucio camarero descerebrado y cejijunto al que le suda el bigote lo ha vuelto a hacer.
7 comentarios:
Si no fuera por el geocunter de los güevos dudaría de que alguien se moleste en leer esta cosa.Aunque a lo mejor solo entran mediante palabras claves porque tienen un sapo de mascota y quieren curarle las cataratas.
ajajaja!!!
Pues a estas horas, ya te habían visitado 5 incluida yo, que me estoy escaqueando de las obligaciones educativas...He venido a coincidir contigo y no veo tu luz titilando ¿DIABLOS ESTÁS???
JAJJAJAJA DONDE DIABLOS, QUISE DECIR, Joooo que sueño tengo.
Besos...
pues no sé si estaba, aquí ponen la hora que les sale de los huevos, al fechar el comentario
ya ves, por mi reloj son las 21:07
Es porque tienes la hora de los comentarios mal configurada o mejor aún, configurada con huso horario del sur.
Qué post más cultos y seriecitos te están saliendo últimamente (Hasta con toquecitos no violentos de sensualidad) Eres tú???
Claro, como nadie me paga no tengo necesidad de seguir una linea reconocible.Ádmás me gusta ponerme en plan divulgador científico de vez en cuando para que no se piensen que estoy todo el día revolviendo mocos y cascándomela.
¡Viva la autoedición!
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