Este disco de Haydn lo encontré en el rastro, con su oropel avejentado que lo hace más atractivo. Suena de puta pena pero da gusto tenerlo en las manos. También tengo ese otro de Brahms que PPin de Muñalén (famosos él y su flauta en el mundo entero) reconocerá al instante, ya que, cuando vivíamos en el cuarto de los valles (hace quince o mil años), subía a mi casa y lo ponía compulsivamente, vuelta y vuelta, mientras los demás nos emborrachábamos, también compulsivamente, vuelta y vuelta. Era digno de ver como mantenía cierto porte aristocrático mientras escuchaba la música, ajeno a la verbena alcohólica que se desarrollaba a su alrededor. En la cocina de mi casa de Navelgas había: dos huevos fritos flotando desde hacía meses en el aceite de la sartén; unos zapatos de charol pegados al techo con pegamento ; una botella de agua y un vaso y una cajetilla con dos cigarros asomando y una caja de cerillas pegados al techo con pegamento; un condón lleno de sanex pegado al techo con pegamento; dibujos pintados con ceras MANLEY en los azulejos de las paredes por las visitas que se emborrachaban en mi casa. Dos gatos vivos y una jineta disecada con un puro en la boca y una muñeca entre las piernas, colillas, restos de comida y botellas y vasos de vino con moscas encima de la mesa. En el fregadero: platos y vasos con comida fosilizada; en las sillas uno o dos amigos beodos. Esto acurrio durante un invierno largo de delirio alcohólico en que mi casita de pueblo ejercía un magnetismo sobrenatural sobre algunos borrachos y frikis de Navelgas, Gijón y parte del extranjero. Un invierno intenso. Tanto es así que me cuesta creer que ahora me esté poniendo nervioso ese único tenedor sucio en el fregadero y un libro que asoma un poco más que los demás en la estantería (además, tiene el lomo de color tierra siena tostada mientras que los demás son tierra siena natural).
Pues eso, Ppin se reconcentraba en la música como si estuviera asistiendo a una velada de música de cámara en la mansión de la condesa y me hacía pensar : “joder, que poca solidaridad tiene este chaval, en vez de estar eructando, tirando pedos y riéndose como un subnormal con nosotros se dedica a tocarnos los cojones con Brahms”. Se la dedico:
3 comentarios:
Jajajajajajaja, muitu bono, nin, tiés razón, vaya iviernu!
tovía tengo esi conciertu de Brahms por la cabeza!
un abrazu
Esa casa del pueblo debía de ser un espectáculo...
dirty saludos¡¡¡¡
El expectáculo era vernos salir de allí por el sendero con aquellas curdas
Publicar un comentario