
- Mujer, un toque de alegría, para que nadie piense que estoy triste por la hemiplejia, es mi oportunidad de parecer simpático a los ojos del mundo.
- Si quieres te pones también una nariz de payaso y las zapatillas de garras de oso...
- Tú ya no me quieres porque soy un tullido, antes me dejabas hacer el subnormal y te hacía gracia..
- Sí , cariño, todo el rato. Ponte el sombrero amarillo que no quiero ser una aguafiestas.
Pero se veía que estaba un poco ceñuda y con la mirada esa que dice: "¿Por qué no lo mandé a la mierda cuando cogió el sombrero del contenedor?". Esta es una mirada al cielo, pero con el ceño muy apretado y los labios también, tanto que casi no se le ven.
Caminamos un rato a mi paso de viejo y de pronto mi Marisa se paró en seco y se quedó estupefacta mirando el escaparate de una tienda de ortopedia. Entre los múltiples objetos y extremidades ortopédicas había un sombrero de copa amarillo mucho más alto que el mío y debajo una etiqueta que ponía:
"ALEGRÍA ORTOPÉDICA"
No dije nada porque no quería humillarla, y Marisa me agradeció el gesto y estuvo muy cariñosa y risueña el resto de la noche.
En la imagen, una de 5 páginas sobre cosas raras en la cabeza