domingo, 17 de junio de 2012

LO QUE HAN DICHO



 LO QUE HAN DICHO DE ELLOS . Diego A. Romero, ilustrador y procrastinador

Mariano y Marisa.

Empezaremos por él. Mariano no es lo que se dice agradable a la vista. En realidad tampoco es precisamente un deleite para el resto de los sentidos. La geografía de su cara es abrupta como un paisaje rocoso, la azotea rala y despoblada y el resto del cuerpo afectado de un hirsutismo que roza la condición de plantígrado. La mente de Mariano es otro mundo. Literalmente. Un mundo aparte, ajeno al que habitamos el resto de los humanos, con su lógica particular y mecanismos propios que volverían alopécico a cualquier psicólogo, psiquiatra o trabajador social. Mariano discurre por este mundo como un alienígena intentando comprenderlo, tolerarlo y sobrevivir. Pero lo más raro de Mariano es Marisa, su pareja. Una mujer atractiva, instruida, perfectamente civilizada y con más paciencia que todo el santoral completo. Marisa ama, incomprensiblemente, a Mariano, le cuida, le hace más llevadera la sociedad en la que vive y que le es hostil, y satisface su aberrante pulsión sexual. Sin Marisa, Mariano sería un vagabundo pegado a un cartón de vino, carne de presidio o cobaya en un siniestro laboratorio de la CIA. Nadie, ni siquiera Mariano, entiende qué ve Marisa en él. ¿Qué tendrá Mariano? O mejor, ¿qué tendrá Marisa?
Diego A. Romero

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