
miércoles, 30 de septiembre de 2009
"LO QUE NO ME GUSTA DE LOS HOMBRES ES QUE GENERALIZAN CUANDO HABLAN DE LAS MUJERES"

lunes, 28 de septiembre de 2009
LA MODELO QUE BESABA A SU HIJO EN LA BOCA

viernes, 25 de septiembre de 2009
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Interpreta este, so listo.
PICAD EN LA IMAGEN, SON DOS PÁGINAS
miércoles, 23 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
IMI

Hace doce años estuve trabajando para el ayuntamiento en una cosa que se llamaba el IMI.
El IMI era lo que hacía el gobierno para que pareciera que no estabas en paro( creo que siguen haciéndolo, pero con otro nombre). Te ponían a trabajar por cuatro duros golpeando las cunetas con una azada 8 horas al día durante 6 meses y para acceder a ese puesto de trabajo tenías que ser madre soltera, enfermo mental, viejo sin trabajo o drogadicto o alcohólico en rehabilitación. O pertenecer a razas minoritarias. Me pareció buena cosa trabajar en algo estúpido y sin responsabilidad y me registré como alcohólico en rehabilitación (aunque solo era bebedor compulsivo simulando abstención). Las siglas IMI quieren decir ingresos mínimos de inserción. La idea de inserción laboral que tienen esos paletos que manejan los hilos es curiosa, porque nadie en su sano juicio añadiría ese periodo laboral en su currículo.
El trabajo era una mierda de limpiar cunetas en zonas rurales pero a veces me reía con la gente tan rara que trabajaba conmigo. Yo era el más normal, pero probablemente eso pensábamos todos de nosotros mismos. Me tocaba trabajar casi siempre con una madre soltera muy pija y bien vestida (¿?) y uno bajito de gafas que estaba como una regadera y siempre traía papelitos pegados en los cortes que se hacía en la cara al afeitarse. Estaba loco de atar y como muestra un botón: Un día estábamos protegiéndonos de la lluvia bajo un árbol y la pija y yo, apoyados en nuestras azadas ( mientras yo fantaseaba con el contenido sudoroso de su funda de trabajo roja), nos pusimos a hablar de Sharon Stone y su elevado coeficiente intelectual, 140 o por ahí, entonces el loco de las gafas de pasta nos dijo que eso era imposible porque “una persona con un coeficiente intelectual de mas de 117(¿?) mira fijamente hacia un punto determinado de una pared y esta explota por los aires au-to-má-ti-ca-men-te”. No, espera, no estábamos bajo un árbol, era una marquesina, creo. Y había un viejo segando y un gato muy sucio mirándonos desde el muro de piedra.
Los viernes no trabajábamos. Ese día nos mandaban a un curso de albañilería que impartía un tipo grande, pedante y sobrado que decía ser aficionado a la psicología. El primer día de escuela repartió una especie de cuestionario muy raro y para nada relacionado con ladrillos. Teníamos que definir unas cuantas palabras de las que solo recuerdo las más graciosas: Hombre, mujer, esperanza, amor, solidaridad, tolerancia, agua, fuego, tierra.... “Esperanza” fue definida por muchos como lo último que se pierde. El gitano iba de gracioso. Para “hombre” respondió “racial” y para mujer “en casa”. Y entonces surgió un debate analfabeto sobre machismo, lleno de desvaríos e histeria, que me hizo desear tener una grabadora o un tele-transportador molecular. El psicólogo-albañil sonreía satisfecho afirmando que ya sabía él que el cuestionario iba a traer cola. ¡Como admiraban todos a aquel hombre! ¡Y en solo media mañana! Una mujer bastante estúpida y a todas luces maltratada (sin que una cosa tenga que ver con la otra), se puso a llorar cuando se leyó en alto su definición de esperanza, que no puedo repetir sin sonrojarme. Esa misma tarde enfermé de depresión (entre comillas de esas que se hacen en el aire con los dedos) y jamás volví a golpear una cuneta con una azada ni llegué a aprender a colocar un ladrillo encima del otro.
Otro día os cuento como se imita una depresión, pero probad una cosa: Entrad en el despacho de la loquera con los brazos colgando muertos y, si no se ha fijado, interrumpid la entrevista para ir a orinar y caminad de la misma forma. ¡Y nunca la miréis a los ojos ni le deis la información que os pide, porque se supone que no tenéis ganas de hablar! Y cuando salgáis de la consulta con vuestra baja renovada os vais a la bodega, pedís una de queso y otra de cecina y algo de lomo y un litro de vino y acabáis la jornada bailando el baile del gorila encima de la mesa de un bar, borrachos como cubas, cagaos, meaos y vomitaos, hasta que alguien llame a la policía o se le ocurra daros unas hostias y quitaros la cartera.
Sí señor, hoy estoy contento y me da la risa. Picad en la imagen para ver la tira que ilustra este texto.
El IMI era lo que hacía el gobierno para que pareciera que no estabas en paro( creo que siguen haciéndolo, pero con otro nombre). Te ponían a trabajar por cuatro duros golpeando las cunetas con una azada 8 horas al día durante 6 meses y para acceder a ese puesto de trabajo tenías que ser madre soltera, enfermo mental, viejo sin trabajo o drogadicto o alcohólico en rehabilitación. O pertenecer a razas minoritarias. Me pareció buena cosa trabajar en algo estúpido y sin responsabilidad y me registré como alcohólico en rehabilitación (aunque solo era bebedor compulsivo simulando abstención). Las siglas IMI quieren decir ingresos mínimos de inserción. La idea de inserción laboral que tienen esos paletos que manejan los hilos es curiosa, porque nadie en su sano juicio añadiría ese periodo laboral en su currículo.
El trabajo era una mierda de limpiar cunetas en zonas rurales pero a veces me reía con la gente tan rara que trabajaba conmigo. Yo era el más normal, pero probablemente eso pensábamos todos de nosotros mismos. Me tocaba trabajar casi siempre con una madre soltera muy pija y bien vestida (¿?) y uno bajito de gafas que estaba como una regadera y siempre traía papelitos pegados en los cortes que se hacía en la cara al afeitarse. Estaba loco de atar y como muestra un botón: Un día estábamos protegiéndonos de la lluvia bajo un árbol y la pija y yo, apoyados en nuestras azadas ( mientras yo fantaseaba con el contenido sudoroso de su funda de trabajo roja), nos pusimos a hablar de Sharon Stone y su elevado coeficiente intelectual, 140 o por ahí, entonces el loco de las gafas de pasta nos dijo que eso era imposible porque “una persona con un coeficiente intelectual de mas de 117(¿?) mira fijamente hacia un punto determinado de una pared y esta explota por los aires au-to-má-ti-ca-men-te”. No, espera, no estábamos bajo un árbol, era una marquesina, creo. Y había un viejo segando y un gato muy sucio mirándonos desde el muro de piedra.
Los viernes no trabajábamos. Ese día nos mandaban a un curso de albañilería que impartía un tipo grande, pedante y sobrado que decía ser aficionado a la psicología. El primer día de escuela repartió una especie de cuestionario muy raro y para nada relacionado con ladrillos. Teníamos que definir unas cuantas palabras de las que solo recuerdo las más graciosas: Hombre, mujer, esperanza, amor, solidaridad, tolerancia, agua, fuego, tierra.... “Esperanza” fue definida por muchos como lo último que se pierde. El gitano iba de gracioso. Para “hombre” respondió “racial” y para mujer “en casa”. Y entonces surgió un debate analfabeto sobre machismo, lleno de desvaríos e histeria, que me hizo desear tener una grabadora o un tele-transportador molecular. El psicólogo-albañil sonreía satisfecho afirmando que ya sabía él que el cuestionario iba a traer cola. ¡Como admiraban todos a aquel hombre! ¡Y en solo media mañana! Una mujer bastante estúpida y a todas luces maltratada (sin que una cosa tenga que ver con la otra), se puso a llorar cuando se leyó en alto su definición de esperanza, que no puedo repetir sin sonrojarme. Esa misma tarde enfermé de depresión (entre comillas de esas que se hacen en el aire con los dedos) y jamás volví a golpear una cuneta con una azada ni llegué a aprender a colocar un ladrillo encima del otro.
Otro día os cuento como se imita una depresión, pero probad una cosa: Entrad en el despacho de la loquera con los brazos colgando muertos y, si no se ha fijado, interrumpid la entrevista para ir a orinar y caminad de la misma forma. ¡Y nunca la miréis a los ojos ni le deis la información que os pide, porque se supone que no tenéis ganas de hablar! Y cuando salgáis de la consulta con vuestra baja renovada os vais a la bodega, pedís una de queso y otra de cecina y algo de lomo y un litro de vino y acabáis la jornada bailando el baile del gorila encima de la mesa de un bar, borrachos como cubas, cagaos, meaos y vomitaos, hasta que alguien llame a la policía o se le ocurra daros unas hostias y quitaros la cartera.
Sí señor, hoy estoy contento y me da la risa. Picad en la imagen para ver la tira que ilustra este texto.
lunes, 14 de septiembre de 2009
sábado, 12 de septiembre de 2009
MARISA VEGA VERDASCO, PONTE EN CONTACTO CONMIGO

Hola Marisa, ¿Cómo va todo? Te escribo por este medio porque he perdido tu teléfono y correo y sé que sueles leerme. Espero que sigas mirando las cosas con ese sosiego y paz de espíritu que te caracterizan, deberías prestarme un poco. Ando suprimiendo entradas de este blog; aquellas que me parecen demasiado exageradas o personales. No andabas desencaminada cuando, en tu primer correo, me explicabas que el blog le restaba calidad a la página principal y que el humor gráfico no necesita explicaciones. Creo que lo suyo será hacer entradas con chistecitos que deriven en la página y sin exceso de texto, a no ser que tenga una idea muy clara de algo divertido que se merezca más de 4 renglones, como la historia del amigo al que preguntamos por cuanto dinero se la chuparía a un perro y nos respondió preguntándonos que si se trataba de un perro de pelo largo o pelo corto. Parece ser que ya se imaginaba los pelos del perro en su boca. A mí me parece mas fácil deshacerse de un pelo largo en la boca que de un pelo corto pero él prefería que fuera de pelo corto porque se arrastra menos por el suelo y está más limpio. Yo sin embargo me imagino que el pelo corto de los bajos de un perro estará mas impregnado de los flujos corporales de este. También hay razas que parecen mas aptas para chuparles la polla. Por ejemplo, un pastor Afgano, aún con el pelo largo, tiene siempre ese porte aristocrático y suelen ir a la peluquería con asiduidad, no sería cosa de pedir demasiado dinero por comerle la polla. A un ratonero no se la chuparía ni harto de vino. Un boxer podría entrar en el paquete de los mamables. Perros pequeños y peludos jamás: tienen la polla asquerosa con aspecto gelatinoso y un regusto rancio al paladar. Los perros grandes y nerviosos tienen el problema de que te la meten hasta la garganta porque no tienen conciencia de su propio tamaño y el de la cavidad en que está entrando, aunque supongo que un perro pequeño tampoco se preocupa mucho de si tienes o no arcadas. Yo creo que, ya de chupar, lo mejor sería chuparle el coño a una hembra de husky siberiano con un ojo azul y el otro castaño, pero no pagaría por ello.
Pero perdona, estoy divagando, lo que quería era saber qué tal había salido tu madre de la operación y eso. Dale recuerdos de mi parte y ¡escribeme!
Un beso guapa.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
jueves, 3 de septiembre de 2009
fruición
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