-Ay Marisa, es la primera vez que tengo la certeza de que el
mundo se va a acabar y no sé cómo
sentirme ni qué hacer, si reír o llorar. Hay un chuletón en el congelador pero
dudo que se descongele a tiempo. Todo se acaba y nuestras dudas y anhelos no
significarán nada en la inmensidad del espacio sideral; se extinguirán como
nuestros propios cuerpos.
-Hoy echan la serie esa del tipo ese gordo que vive con su
madre, creo que es el fin de temporada. Dicen que es un final de traca.
-Marisa, por el amor de Dios, ¿es que no tienes sangre en
las venas?
-Si quieres podemos esperar
el final abrazados, fundidos como un solo cuerpo, con nuestras almas comulgando juntas y sintiendo como todas y cada una de
las moléculas que nos conforman se hacen un todo de alguna manera con el
universo, ahora que el fin está cerca. Pero te advierto que faltan 6 horas para
las doce de la noche y es probable que el fin del mundo no sea puntual y
tengamos que esperar toda lo noche y quizás parte del día. Es un abrazo muy
largo.
-…
- Dicen que el gordo al final no es quien cree ser.
-¿No?
- Va a empezar enseguida. ¿Nos abrazamos o miramos primero a
ver quién coño es el gordo?
- Voy a preparar un plato de queso y abrir una botella de
esas que nos regaló tu madre.
-Lávate la polla que después te voy a hacer la mamada del
fin del mundo.
-¿Es que tienes alguna técnica especial “fin del mundo”?
-Ya lo verás.
-Casi me alegro de que se acabe el mundo a la vez que la
temporada de la serie esa del gordo que vive con su madre para que me la puedas
chupar después de comer el queso y bebernos el vino.
-Qué tontorrón.
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