Paré al autoestopista pese a que no era una mujer ni se parecía remotamente. Era un viejo no demasiado viejo que olía mal y yo jamás le hubiese parado si no fuera porque iba bebiendo de la botella y escuchando el Requiem de Mozart, imbuido de amor por todos los seres humanos de la tierra y también por los perros y los gatitos y las ardillas y los caracoles. De hecho, también hubiera recogido a un caracol si me hubiera indicado de alguna manera su intención de viajar en coche. El vino de la botella era de esos que ya no se hacen, que tienen en la botella unas estrellas en relieve y tapón de plástico, el célebre vino de "La Araña" del Cuarto de los Valles, que se embotella en Navelgas. El viejo no parecía hablador ni agradecido y me dio la impresión de que le disgustaba tener que viajar en un cuatro latas.
- Cuidado en esta curva-, me dijo, y por un momento pensé que iba a desaparecer como la chica de la curva . No sé si conocéis la leyenda, pero si ponéis "la autoestopista de la curva" en google seguro que os enteráis. Es una tarada que se sube en tu coche, te avisa de un tramo peligroso y luego se tira en marcha sin dejar rastro(creo que es así). Yo la llevé una vez pero no dijo nada de nada, ni tramo peligroso ni hostias. Tenía buen aspecto aunque la mirada un poco extraviada. Me pareció que estaba loca o catatónica y me dio mucho miedo así que empecé a frotarle el muslo con la mano derecha mientras sujetaba el volante con la otra, para relajarme. Tenía una falda cortita y los pelos del coño le salían de las bragas diez centímetros, a la muy cerda. Conseguí meterle un dedo en el coño pero estaba más seco que la cascara de un coco y del repelús que me dio di un volantazo que casi nos damos la hostia contra un árbol al salir de una curva cerrada.
-Pero...Me cago en la puta ¿Tú no eres la tarada que avisa de las curvas? A ver si estamos al tanto, cojones- Y le di un codazo en la boca para ver si espabilaba. Entonces va la muy subnormal y se tira del coche en marcha, como si le hubiera dado un arrebato o yo qué sé. "Joder, qué mala suerte, para una vez que cojo a la autoestopista de la curva y vaya mierda de numerito que me ha montado".
El viejito seguía calladito así que le expliqué mi experiencia con la chica de la curva y cómo me había decepcionado y al pobre no sé qué se le pasaría por la cabeza que me dijo que parara, que se bajaba allí, y se quedó de pie con cara de atontao en medio de la carretera. Pues la verdad que me dio cosa dejarlo allí porque se estaba haciendo de noche y no se veía más que monte.
En la imagen, una de cinco páginas con un viejo y un peluquero cabrón.
- Cuidado en esta curva-, me dijo, y por un momento pensé que iba a desaparecer como la chica de la curva . No sé si conocéis la leyenda, pero si ponéis "la autoestopista de la curva" en google seguro que os enteráis. Es una tarada que se sube en tu coche, te avisa de un tramo peligroso y luego se tira en marcha sin dejar rastro(creo que es así). Yo la llevé una vez pero no dijo nada de nada, ni tramo peligroso ni hostias. Tenía buen aspecto aunque la mirada un poco extraviada. Me pareció que estaba loca o catatónica y me dio mucho miedo así que empecé a frotarle el muslo con la mano derecha mientras sujetaba el volante con la otra, para relajarme. Tenía una falda cortita y los pelos del coño le salían de las bragas diez centímetros, a la muy cerda. Conseguí meterle un dedo en el coño pero estaba más seco que la cascara de un coco y del repelús que me dio di un volantazo que casi nos damos la hostia contra un árbol al salir de una curva cerrada.
-Pero...Me cago en la puta ¿Tú no eres la tarada que avisa de las curvas? A ver si estamos al tanto, cojones- Y le di un codazo en la boca para ver si espabilaba. Entonces va la muy subnormal y se tira del coche en marcha, como si le hubiera dado un arrebato o yo qué sé. "Joder, qué mala suerte, para una vez que cojo a la autoestopista de la curva y vaya mierda de numerito que me ha montado".
El viejito seguía calladito así que le expliqué mi experiencia con la chica de la curva y cómo me había decepcionado y al pobre no sé qué se le pasaría por la cabeza que me dijo que parara, que se bajaba allí, y se quedó de pie con cara de atontao en medio de la carretera. Pues la verdad que me dio cosa dejarlo allí porque se estaba haciendo de noche y no se veía más que monte.
En la imagen, una de cinco páginas con un viejo y un peluquero cabrón.
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