
En la bodega nos reuníamos un grupo curioso. Había un tipo grande y delirante con
dotes para el liderazgo que siempre le daba un toque épico a sus historias, un tío
serpentino y callado que se reía más que hablaba y un esquizofrénico que hablaba muy
despacio y se parecía a Pablo Carbonell. Un día el tío grande nos contó a todos la
historia de cómo se tomó un ácido y en medio del subidón vio al Dragón. “el Dragón
estaba allí mirándome y yo sabía lo que tenía que hacer” nos decía. Siguió un rato
adornando su historia con todo lujo de detalles mientras bostezábamos. El
esquizofrénico dijo entonces: “ Pues a mi me entran en la habitación todos los días tres
dragones con los dientes de oro y me tiran las tazas de cola- cao a tomar por culo”. El
tío grande se calló y se quedó sumido en un profundo silencio toda la tarde.
Los personajes de la imágen son el señor Esquizo y Kince, la niña bonita. Él es
esquizofrénico y ella una niña pragmática y feliz.