jueves, 25 de octubre de 2012

LA PRIMA DE BÉLGICA

 



He cumplido 52 años hace una semana y sigo sin tener esa sensación de sabiduría adquirida con la experiencia. Es verdad que noto ligeras diferencias entre el comportamiento sexual de mis 15 años y el de ahora porque antes padecía erecciones incluso en entierros y velatorios. Recuerdo el día que conocí en uno a una primita de mi misma edad a la que nunca había visto hasta entonces porque vivía en Bélgica con sus papás emigrantes. La habían puesto muy mona para el velatorio y tenía la piel blanca casi trasparente. En realidad iba muy modosita pero ya se sabe cómo es la imaginación de un adolescente y me bastó ver su tobillo desnudo para que se me pusiera la polla como una morcilla de burgos  y después de colocármela y recolocármela decidí buscar los servicios para hacerme una paja. Cuando volví ya habían cerrado el ataúd y caí en la cuenta de que no me había fijado en el color de su pelo y tampoco sabía de qué color eran sus ojos porque, obviamente, los tenía cerrados. Estuve dos semanas medio atormentado tratando de revivir su rostro en mi mente pero siempre se mostraba sin ojos ni pelo, lo que no impedía que volviera a padecer dolorosas erecciones que me turbaban y me hacían sentir culpable por no sé qué. Un día le pregunté a mi madre (¿cómo no se me había ocurrido antes?) por el color de los ojos y el pelo de mi prima muerta  y me enseñó una foto que tenía por ahí de seis meses antes de su fallecimiento  (una muerte súbita que nadie se explicaba). Es esa foto que veis. La pobre era más guapa muerta que viva y ya nunca me volví a masturbar pensando en ella.

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