Una noche, antes de apagar la luz y disfrutar del sueño reparador, Marisa me explicó lo de su abuelo. Ella tenía 10 años y su abuelito la sentó en sus rodillas, la rodeó por la cintura con sus fuertes brazos de campesino y exhaló el último suspiro. El caso es que estaban solos en casa y mi Marisa no podía desprenderse de los brazos del viejo así que estuvo dos horas en brazos de su abuelo muerto hasta que llegó su madre de la peluquería. La madre de Marisa es gilipollas ahora y ya lo era antes, porque antes de sacar a la niña del embrollo se desmayó un rato desmoronándose teatralmente sobre el suelo de madera. Luego llegó el padre y se encontró aquel panorama y se paró a reanimar a la madre antes de desenredar a la niña del muerto.
- ¡¡MIRA MARISA, UN CONEJITO!!-, interrumpí. Se me dan de puta madre las sombras chinescas y hago unos conejitos que solo les falta hablar. Siempre que nos acostamos hago unas cuantas figuritas porque la lámpara de la mesilla proyecta una sombra limpia de silueta perfecta.
Marisa enmudeció un rato mientras calibraba la situación. Estaba acostada dándome la espalda y se ve que no le gustó que yo hiciera sombras chinescas mientras hablaba de su experiencia traumática.
-¿Estás haciendo sombras chinescas mientras te cuento la experiencia más dura de mi vida?
- Te estaba escuchando , cielo...¡¡MIRA EL CONEJITO!!
Apagó la luz y por un momento pensé que no me iba a hablar nunca más en la vida.
- Pero Marisa, lo que no entiendo es por qué no se le quedaron los brazos colgando al morir, como a todas las personas normales.
- Porque no fue una muerte natural...
- Ah, ¿no?
- Esto que te voy a contar, no se lo he contado a nadie.
-...
-Ese día, al sentarme en sus rodillas, noté su polla dura entre mis nalgas. Yo no sabía que era su polla porque era pequeñita, pero cuando empezó a moverse y frotarse empecé a incomodarme. Empezó a salivar sobre mi nuca y cada vez me apretaba más fuerte. Yo empezaba ya a llorar cuando el abuelo empezó a convulsionar y finalmente se quedó quieto y rígido como una estatua. Por eso los brazos se le quedaron agarrotados, porque se debió morir en el momento de correrse.
-...
-¿Mariano?
- ¿Qué?
- Son imaginaciones mías o te estás haciendo una paja mientras te cuento lo de mi abuelo...
- Te estaba escuchando... ¡¡PARA QUE LUEGO DIGAS QUE LOS HOMBRES NO SABEMOS HACER DOS COSAS A LA VEZ!!
He de decir, en mi descargo, que no estaba pensando en ella ni en su abuelo mientras me masturbaba. Creo que aquella noche se la dediqué a Maria Luisa Seco...buscadla en Google.¡¡ERA TAN SIMPÁTICA CON LOS NIÑOS Y TENÍA LA BOCA TAN GRANDE!!
A la mañana siguiente, para romper el hielo, le dije, desde mi cuenco de cola cao:
- Lo que no puedo creerme es que con diez años no supieras lo que era una polla...
- Vete a la mierda.
Y escupió el café que tenía en la boca, de la risa que le entró.
A la mañana siguiente, para romper el hielo, le dije, desde mi cuenco de cola cao:
- Lo que no puedo creerme es que con diez años no supieras lo que era una polla...
- Vete a la mierda.
Y escupió el café que tenía en la boca, de la risa que le entró.
4 comentarios:
Juas!!! Gracias Javi, me he echado unas buenas risas con el café de la mañana... :-) ¿Seguro que podeis hacer dos cosas a la vez? Juass
Un relato cojonudo, en serio. Me ha encantado. ¡Que tengas un buen día!
Me alegro de que te alegrara, feliz mañana a ti también
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