En la bodega nos reuníamos un grupo curioso. Había un tipo grande y delirante con
dotes para el liderazgo que siempre le daba un toque épico a sus historias, un tío
serpentino y callado que se reía más que hablaba y un esquizofrénico que hablaba muy
despacio y se parecía a Pablo Carbonell. Un día el tío grande nos contó a todos la
historia de cómo se tomó un ácido y en medio del subidón vio al Dragón. “el Dragón
estaba allí mirándome y yo sabía lo que tenía que hacer” nos decía. Siguió un rato
adornando su historia con todo lujo de detalles mientras bostezábamos. El
esquizofrénico dijo entonces: “ Pues a mi me entran en la habitación todos los días tres
dragones con los dientes de oro y me tiran las tazas de cola- cao a tomar por culo”. El
tío grande se calló y se quedó sumido en un profundo silencio toda la tarde.
Los personajes de la imágen son el señor Esquizo y Kince, la niña bonita. Él es
esquizofrénico y ella una niña pragmática y feliz.
2 comentarios:
Qué mente más madura-retorcida se esconde tras ese rostro de niña angelical, claro que, teniendo unos padres como los que tiene, cualquiera sale normal...
dirty saludos¡¡¡
os he intentado votar pero no me ha dejado, hay que tener un blog registrado o no sé qué hostias.
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