Cuando Marisa me presentó a su hermana y su cuñado, me advirtió que tenían una hija de 10 años fea como un demonio, que le dolía reconocerlo pero nunca antes en su vida había visto una niña de rasgos tan desagradables. Al parece tenía un gesto desangelado de vieja y unas orejas muy grandes y unas cejas muy espesas y la boca como un buzón muy separada de la naríz de grandes fosas nasales. Y poco pelo en la cabeza y mucho en el resto del cuerpo. Me pidió que no fuera seco con la niña porque su hermana no me conocía e interpretaría que me desagradaba su aspecto.
-Pero si yo soy seco con todos los niños, si me muestro simpático con esta en particular estaré insultando a todos los niños que no recibieron de mí una sonrisa, ni una palabra amable, ni voz de pito, ni cosquillitas en la barriga. Además, sería traicionar mi integridad como individuo y mis principios.
- Si no eres simpático con mi sobrina no te la chuparé nunca más, y te aseguro que no será ningún sacrificio para mí.
Estuve toda la tarde pensando en por qué el mundo es así y en qué había de malo en arrojar a los niños a la fría noche de invierno en el bosque, el día de su nacimiento, para que se curtieran, se saltaran los mimos y los dibujos animados y se convirtieran rápidamente en unos niños introvertidos, sacrificados y, a poder ser, mudos.
-Pero Marisa, algo bueno debe tener la niña, no me lo pongas tan difícil. Preparemos un poco el encuentro.
-Las pestañas. Tiene unas pestañas bastante largas y rizadas.
- Vale. Las pestañas. Me concentraré en esa idea y prepararé algo bueno.
Marísa se me quedó mirando con una mezcla de duda y terror. No se fía nunca de mí, la pobre.
-Puedo hacer una poesía sobre pestañas y recitársela.
-Ni se te ocurra. Ya me estoy arrepintiendo de haberte dicho nada.
Al día siguiente vinieron a casa los tres y me dio la impresión de a los padres tampoco les gustaba la niña. Era exactamente como me la había descrito Marisa. Pero mi corazón no dio un vuelco porque la misma repulsión me producen el resto de los niños.
-¡¡ME CAGO EN LA PUTA, VAYA PESTAÑAS BONITAS QUE TIENE LA NENA!!¡¡ ESAS PESTAÑAS SON….SON…LARGAS, JODER, SON LARGAS!! - dije, con un entusiasmo psicótico.
Los papás parecían incómodos, y se miraron y miraron a Marisa comunicándose alguna información telepáticamente.
Me agaché y me puse a la altura de la nena, con la cara muy cerca:
-¡¡NIÑA, HOLA NIÑA, YO MA-RIA-NO!!¡¿PUEDES ENTENDERME?!! ¡¡MA-RIA-NO!!¡¡TIENES LAS PESTAÑAS BONITAS!!¡¡LAS PES-TA-ÑAS!! – Miré a los padres con gesto de empatía y comprensión ante la desgracia y les pregunté-¿Sabe lo que son pestañas? ¿Come sola y todo eso?
¿Os dije ya que la nena tenía 10 años?
1 comentario:
Jaja!
Sigue! Son re buenos!
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