martes, 31 de agosto de 2010

UN PULPO Y UN DESTORNILLADOR

Como Marisa es menudita y de hueso fino, cuando me dijo que se había quedado preñada tuve que contener una arcada al imaginármela con ese aspecto de haberse tragado una sandía sin pelar. Luego me vinieron los vértigos al recordar esas cabezas desproporcionadas de los bebes, que parecen a punto de separarse del tronco con cualquier movimiento brusco. La esclavitud de la paternidad y la estupidez que se refleja en la cara de casi todos los padres del mundo en presencia de sus hijos no estaba todavía entre mis preocupaciones ya que no tengo esa capacidad de anticipación y lo que me trastornaba en principio era que mi Marisa se iba a convertir en un monstruo y luego se iba a reproducir en otro monstruo que a lo peor se quedaba así para siempre por culpa de alguna maldita enfermedad desconocida. También es verdad que si el bebe se quedaba así para siempre no daría muchos problemas y jamás tendría que preguntarle si estaba preocupado por algo o decirle que llevaba la falda muy corta o comía demasiado o demasiado poco o que la puta que nos había traído a casa tenía pinta de haber comido muchas pollas o el imbécil de su novio parecía haberse caído de pequeño en una marmita de amoniaco. No tendría que pegarle un bofetoncito en la boca por decir una palabrota ni seguirle el juego cuando imitara las idioteces que dicen los niños de las series de la tele reclamando conversaciones de ficción que yo no sabría darle. No me arrugaría el periódico con sus manitas pequeñas e irresponsables. Podríamos incluso darle de comer con una sonda o algo así. Podríamos abandonarlo en un hospital.
Pero las cosas no salieron como yo esperaba. En primer lugar, la cara de mi Marisa se puso luminosa y exótica a medida que la barriga le crecía y en seguida empecé a tener fantasías sexuales con su tripota haciendo de balancín mientras yo se la metía por el culo (había leido en algún sitio que si se la metía por el coño corría el riesgo de desnucar al feto). Ella tampoco resultó ser una preñada normal y, aunque siempre había sido un poco soseras en la cama, ahora reclamaba algunas porquerías que incluso a mí me avergüenza contar. Solo diré que para practicar casi todos los juegos que se le ocurrían, eran necesarias frutas y herramientas de bricolage; mermeladas y harina; peras lavativas, cepillos de dientes eléctricos y trozos grandes de carne cruda o lubinas muertas y pulpos vivos. Pero después de una de esas sesiones de antojo parecía olvidarse de todo y jamás se me ocurrió, después del parto, recordarle lo demencial de sus apetitos sexuales durante el embarazo. Solo una vez me emborraché y les conté lo del pulpo vivo y el destornillador a todos en noche buena y ella aseguró que jamás había visto un pulpo vivo compartiendo habitación con un destornillador. Tuve que salir a fumar a la calle a pesar de que lo había dejado hacía tres años, del cabreo que me entró. Luego, por la noche, le dije que si de verdad no se acordaba de lo del pupo y el destornillador y coge ella y me dice:
- Ja ja ja...un pulpo y un destornillador...ja ja ja...estás como una cabra.
Acerqué mis pupilas a las suyas mientras sujetaba su cabeza con mis manos, para detectar algún indicio de insinceridad y de que los recuerdos no habían desaparecido del todo.
- ¡El pulpo, joder! ¡El pulpo!.
- Cariño, me estás asustando-, me dijo ahora.
Efectivamente, el pulpo ya no estaba dentro de la cabecita maravillosa de mi Marisa.
¿El bebé? feo como un demonio y reclamando la atención constante de su madre. Una nena.
Patricia, me parece que se llama.
En la imagen, una historia de varias páginas sobre paternidad.

6 comentarios:

Mariano dijo...

¿El destornillador era para apretar tornillos de la cama o para clavarselo al pulpo en el momento adecuado?. Estoy peornque con un sudoku. Un abrazo Javi.

Marisa dijo...

¡¡Qué pulpo ni qué destornillador, jaja, de dónde sacará este hombre esas ideas!!
Patricia dice...no, si....

Thornton dijo...

Este relato podría figurar en "Llenos de vida".

Esquizo y kince están entre mis preferidos, siempre con traca final.

Un abrazo.

P.D. Vuelvo a citarte en mi blog, espero que no te moleste.

javiguerrero dijo...

Mariano, todo el mundo ha hecho alguna proquería con un pulpo vivo y un destornillador, parece mentira pa ti.
Ay, Marisa, ¿como puedes haberlo olvidado?
Thornton, ya vi tu especial Fante, citame siempre que quieras. Lo que no entiendo es como puede haberte gustado "camino de los Angeles"¿no es ese en el que tiene una paranoia con unos cangrejos?

Thornton dijo...

Pues sí, "Camino de los Ángeles" me ha encantado. Es cierto que le sobra el capítulo 4, el de los cangrejos.

En "La hermandad de la uva" también habla de ellos, cuando lo detiene la policía. Tal vez tenía una fijación con esos bichos.

Un abrazo.

Cotex Pérex Oxcar dijo...

Ya había pensado en el destornillador, el pulpo... no sé, es que luego llega el hambre, y si viene la familia, con los sobrinos... no sé. Saludos Javi!