
La primera noche que Marisa se puso juguetona después de aquella experiencia extramatrimonial yo andaba algo nervioso y padecí un gatillazo. ¡La mala conciencia, amigos!.
El problema se repitió varias noches seguidas. Finalmente se me ocurrió un exorcismo para recuperar la vitalidad. Le pedí a mi Marisa que se hiciera la muerta y aguantara la respiración mientras la montaba. No me preguntéis cómo ni por qué, pero fue entonces y solo entonces cuando mi Marisa sintió, como una revelación, que yo le había sido infiel. Se me quedó mirando con los ojos así de grandes y me llamó hijo de puta y me dijo que no me volvería a hablar jamás. Durante las noches de insomnio en el sofá que vinieron después, mi cabeza calva tuvo tiempo de cavilar y sacar conclusiones. Solo una confesión sincera podía devolver las aguas a su cauce.
Un día aproveché que Marisa estaba cagando y le explique a través de la puerta del baño que una sierva de Satán me había seducido y me había absorbido la energía sexual.
-¡¡UNA SIERVA DE SATÁN CON ACENTO CATALÁN ME RAPTÓ CON SUS PODERES Y ME OBLIGÓ A PRACTICAR EL SEXO CON ELLA!!-, el ruido de la lavadora me obligaba a gritar.
Pude escuchar la risa de Marisa a través de la puerta y se me humedecieron los ojos solo de imaginarla allí sentada con las bragas bajadas y riéndose a carcajadas. Mi Marisa es un ángel, perdonad que me repita.
Luego, en el ascensor, algo en la manera de no mirarme de mi vecina me dijo que había escuchado desde su casa mi confesión de adulterio satánico. Marisa se tapaba la risa con la boca porque ella siempre tarda mucho tiempo en olvidar las cosas graciosas.
2 comentarios:
Muy buena narración Javi. Desde luego si te sueltan una parrafada como la que tu describes, te desaparece la líbido una buena temporada. A mí me gustan las mujeres normalitas; quiero decir, que manifiesten razonablemente sus emociones y sepa uno a qué atenerse. He conocido alguna "muy buena" que luego eran como muertas, como si con su imponente figura ya fuera bastante y el resto te correspondiera a tí. Tampoco me gustan las que sufren arrebatos y te crees que estás montado en un toro mecánico, o las que al final les entran las prisas y se tienen que ir como si llegaran tarde no sé a donde. Supogo que a ellas les pasará lo mismo; no quiero pensar lo que sentirán ante uno que se crea que tiene una "metralleta" y la quiere convertir en "multiorgásmica", o el pánico ante un "martillo rompedor", que quiera ensartarla como al pobre torero. En fín, bromas aparte, en esto del sexo, como en todo, ".....la mitad de las mitades". Un abrazo.
P.D. Te he dejado (voy ha hacerlo a continuación) un e-mail en tu correo.
Bueno, a mí en realidad mientras no sangren por los ojos ya me conformo con que dejen que me acerque...;)
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