jueves, 12 de agosto de 2010

UNA SIERVA DE SATÁN

Me preguntó que qué me había parecido. No hay cosa que más me joda que me pregunten la primera vez lo que me ha parecido. Joder, ¿qué me va a parecer? Como hacer las necesidades pero todo más imprevisible, teniendo en cuenta que se trata prácticamente de una desconocida. Le di la callada por respuesta y me hubiera gustado ser fumador para sacar un cigarro, que siempre trasmite la sensación de que te has quedado a gusto sea o no verdad. Un amigo me contó que un día había padecido un gatillazo y su novia se había enfadado porque sacó un cigarro y se lo fumo de manera un tanto ufana, como si acabara de reventarle el coño con su enorme polla. Por cierto, desconfiad de la gente que os cuenta gatillazos ajenos porque probablemente os está contando los propios. La verdad es que esta chica de la que os hablo se movía como si estuviera poseída por el demonio y mientras empujaba me daba miedo que de pronto algo dentro de su coño me mordiera la polla o me absorbiera entero y escupiera luego mis huesos. El sonido gutural que hacía no era tranquilizador, pero las cosas dieron un giro a peor cuando su acento catalán de pueblo me remitió repentinamente a Rosa María Sardá: empezó a soltar frases provocativas respecto a mi enorme polla dentro de su cuerpo. Os aseguro que entre follarme a una sierva de Satán o a Rosa María Sardá elijo lo primero. Fue una experiencia desagradable que me hizo volver a los brazos de mi Marisa con remordimientos y algo cohibido.
La primera noche que Marisa se puso juguetona después de aquella experiencia extramatrimonial yo andaba algo nervioso y padecí un gatillazo. ¡La mala conciencia, amigos!.
El problema se repitió varias noches seguidas. Finalmente se me ocurrió un exorcismo para recuperar la vitalidad. Le pedí a mi Marisa que se hiciera la muerta y aguantara la respiración mientras la montaba. No me preguntéis cómo ni por qué, pero fue entonces y solo entonces cuando mi Marisa sintió, como una revelación, que yo le había sido infiel. Se me quedó mirando con los ojos así de grandes y me llamó hijo de puta y me dijo que no me volvería a hablar jamás. Durante las noches de insomnio en el sofá que vinieron después, mi cabeza calva tuvo tiempo de cavilar y sacar conclusiones. Solo una confesión sincera podía devolver las aguas a su cauce.
Un día aproveché que Marisa estaba cagando y le explique a través de la puerta del baño que una sierva de Satán me había seducido y me había absorbido la energía sexual.
-¡¡UNA SIERVA DE SATÁN CON ACENTO CATALÁN ME RAPTÓ CON SUS PODERES Y ME OBLIGÓ A PRACTICAR EL SEXO CON ELLA!!-, el ruido de la lavadora me obligaba a gritar.
Pude escuchar la risa de Marisa a través de la puerta y se me humedecieron los ojos solo de imaginarla allí sentada con las bragas bajadas y riéndose a carcajadas. Mi Marisa es un ángel, perdonad que me repita.
Luego, en el ascensor, algo en la manera de no mirarme de mi vecina me dijo que había escuchado desde su casa mi confesión de adulterio satánico. Marisa se tapaba la risa con la boca porque ella siempre tarda mucho tiempo en olvidar las cosas graciosas.

2 comentarios:

Mariano dijo...

Muy buena narración Javi. Desde luego si te sueltan una parrafada como la que tu describes, te desaparece la líbido una buena temporada. A mí me gustan las mujeres normalitas; quiero decir, que manifiesten razonablemente sus emociones y sepa uno a qué atenerse. He conocido alguna "muy buena" que luego eran como muertas, como si con su imponente figura ya fuera bastante y el resto te correspondiera a tí. Tampoco me gustan las que sufren arrebatos y te crees que estás montado en un toro mecánico, o las que al final les entran las prisas y se tienen que ir como si llegaran tarde no sé a donde. Supogo que a ellas les pasará lo mismo; no quiero pensar lo que sentirán ante uno que se crea que tiene una "metralleta" y la quiere convertir en "multiorgásmica", o el pánico ante un "martillo rompedor", que quiera ensartarla como al pobre torero. En fín, bromas aparte, en esto del sexo, como en todo, ".....la mitad de las mitades". Un abrazo.

P.D. Te he dejado (voy ha hacerlo a continuación) un e-mail en tu correo.

javiguerrero dijo...

Bueno, a mí en realidad mientras no sangren por los ojos ya me conformo con que dejen que me acerque...;)