sábado, 1 de mayo de 2010

LA CARPETA MÁGICA

El tamaño de la carpeta es de 60 por 50 cms, no tiene asas, lleva chapas de madera y piel de vaca y pesa un huevo


Las hebillas, forjadas con metales extraterrestres, y los cosidos mágicos de la carpeta.


Decidí dejar la cocina y le pedí a Satur que me enviara a Andorra mi carpeta mágica de madera y cuero. La idea de la carpeta mágica de madera y cuero la fraguaron los hermanos Satur y Oscar Larue en la bodega central. Yo les dije que me iba a comprar una carpeta de vinilo para los dibujos y Satur dijo que de ninguna manera, que mi obra necesitaba una carpeta especial telúrica que hiciera asombrarse al futuro cliente de inmediato y desear ver lo que había dentro. Su hermano Oscar dijo que él se encargaba del cuero. Satur dijo que se podía pegar con unos remaches a la madera. Oscar dijo que su trabajo era su orgullo y que jamás pegaría el cuero a la madera con remaches y que la cosería con sus propias manos desnudas. Satur dijo que grabaría mi apellido en la madera con una cosa de esas (ni puta idea) Y al día siguiente se pusieron manos a la obra y una semana más tarde ya tenía mi carpeta mágica. Luego me fui a Andorra y no tuve oportunidad de comprobar sus poderes hasta dos años mas tarde.
La carpeta me llegó en buen estado a la semana siguiente de pedir que me la enviasen y en seguida la llené con unas absurdas acuarelas de manos y pies y cabezas de niñas con reptiles variados encima; y me dediqué a buscar una galería que quisiese exponerlas. En la galería "no se qué" había una tía muy maja con gafas de montura azul y ojos verdes. Le expliqué que era un famoso artista millonario asturiano pero que nadie lo sabía todavía en ningún sitio porque intentaba pasar desapercibido por alguna razón absolutamente estúpida y que si quería le compraba todo lo que tenía colgado para hacer sitio para mi obra y que si quería ser mi secretaria particular en su tiempo libre. Me dijo que ya me había visto una vez fregando los platos en el restaurante de su padre y que mis acuarelas eran muy bonitas pero no le interesaban las acuarelas de manos y pies y niñas con iguanas en la cabeza. No entendía cómo me había reconocido con mi abrigo largo elegante, mis botas de piel de serpiente, mi sombrero de copa amarillo, mis gafas aviator de cristales anaranjados ( pero mira que es bonito todo a través de esos cristales) y mi jersey de lana azul y así se lo hice saber. Me dijo que ya me había visto bebiendo cuatro copas de anís de guindas en la cafetería del Escale, sin las gafas ni el sombrero, y abriendo ostentosamente mi carpeta y barajando las acuarelas para que las rubias de la mesa de al lado se fijaran. Le dije que era una chica muy lista y que me hacía sentir como si hubiéramos compartido bañera de pequeños. Hubo un incómodo silencio. La carpeta mágica comenzó a emitir feromonas masculinas y femeninas libres y salvajes pero ella no parecía darse cuenta así que se lo hice saber. “Es una carpeta mágica” le dije con la más seductora de mis sonrisas. Me acompañó hasta la puerta sin que en ningún momento pareciera que me acompañaba hasta la puerta. ¡Qué elegancia y qué saber estar! Cuando me empujó levemente con su manita para que saliera me dio la impresión de que en realidad me acariciaba. Antes de que cerrara metí un poco la cabeza y le pregunté si quería que viniera a buscarla a la hora de cerrar. Desde dentro, a través del cristal, me hizo un delicioso gesto con su dedo corazón estirado hacia arriba( creo que ese gesto tiene un nombre).
Desde entonces, y gracias a mi carpeta mágica, los encuentros se sucedieron en bares y cafeterías y siempre de la misma forma: Ella me veía, extraviaba la mirada, coqueta, y desaparecía; o en la calle: ella me veía, extraviaba la mirada, coqueta, cruzaba la acera y aceleraba el paso desapareciendo entre la multitud. Era la manera que tenía de llamar mi atención, la pobrecita. Y nunca, nunca llamó a la policía al verme espiando la galería desde el portal de enfrente, con mi sombrero amarillo, mi carpeta mágica, mis gafas y mis botas de piel de serpiente. Un ángel del cielo. Ya hace años que no saco la carpeta de casa porque no soy amigo de pasiones intensas y agotadoras, aunque a veces me parece imposible que semejante fuente de poder haya caído en mis manos y tampoco descarto que sea la combinación de esta con las botas de piel de serpiente y las gafas aviator lo que provoca una conjunción de energías paranormales a mi alrededor porque de lo que estoy seguro es de que el sombrero amarillo y el abrigo no tienen nada que ver.
En las imágenes: la carpeta con detalles de los complicados cosidos que le otorgan los poderes paranormales y debajo una de las acuarelas retocadas con photoshop unos años más tarde. Si picaís en ella veréis una estúpida animación que hice con la iguana para hacer una prueba cuando descubrí el image ready .

6 comentarios:

Thornton dijo...

Me descubro ante quienes saben tomarse el pelo. La visita a la galería de la chica de gafas azules y ojos verdes es un derroche de ingenio, mejor dicho, de genio.
Un abrazo.

javiguerrero dijo...

Este blog no es más que una larga autotomadura de pelo. Aunque me parece que me he pasado de absurdo con lo de la carpeta que emite feromonas. Si no me tuviera prohibido editar mis textos y cambiar cosas lo arreglaría. Es que quería sacar la carpeta. Me la hicieron los hermanos Fausto y Charly Lacalle y es incómoda y poco práctica y cuando has terminado de abrirla,con todas esas hebillas, el futuro cliente ya está hasta los huevos de esperar. ¿Pero verdad que es una majarada acojonante? ¡pesa un huevo y el brazo llega a duras penas a abarcarla!Al final me tuve que comprar una normal de vinilo.

Thornton dijo...

He vuelto a tu blog porque había recordado que no te había dicho nada de la carpeta.
Es costumbre muy antigua entre nosotros, los hermanos Cos, llamar a los objetos corrientes : "De pelea". Y a los de lujo: "De pinchería". No tengas ninguna duda que los once hermanos estaríamos de acuerdo en que tu carpeta mágica es de pinchería.
A tu texto no le sobra ni una coma. Tienes un talento fuera de lo común que para mí lo quisiera.

Un abrazo.

javiguerrero dijo...

Por cierto, he estado mirando tu perfil y parece que lees clásicos indicutibles. Si me permites una recomendación más humilde pero que es una especie de antídoto para el mal humor(del que tí careces): Al oeste de Roma, de John Fante y LLenos de vida, del mismo autor(editorial anagrama) Estoy por apostar a que te coges lo poco que escribió este guionista de cine que no brillo en su profesión y te lo lees todo, todo y todo, incluso el primero, que es tan malo, tan malo que le hicieron la putada de editárselo después de muerto.Bueno no, el primero no, hay que tener huevos y ganas de perder el tiempo para leerse el primero.

Thornton dijo...

Tomo nota. Empezaré por el segundo. Gracias Javi.
Un abrazo.

Mamen dijo...

Lo del sombrero de copa, las gafas y el abrigo largo es como ver al John Galliano en la pasarela. Me gusta tu carpeta que aunque aparatosa es preciosa y parece sacada de de alguno de las historias misteriosas de Conan Doyle. Voy a parecer pesada y repetitiva pero las ilustraciones son estupendas.Toda la razón para Thornton, mucho talento, mucho.