lunes, 22 de marzo de 2010

LAS PUTAS GAFAS DE DISEÑO

Le pedí al compañero de piso las gafas de diseño con montura azul para ir a la entrevista de trabajo. El trabajo consistía básicamente en pasarse las noches rascándose los huevos en un hotel de mierda. De niño nunca respondía cuando me preguntaban qué quería ser de mayor porque no sabía que existía un trabajo así, pero era eso justo lo que quería, por delante de payaso y-o abogado incluso. Pero estaba que daba asco de una borrachera muy larga que se había iniciado semanas atrás celebrando con una amiga la adquisición de un colchón visco-elastic de 1000 euros a pesar de deber 6 meses del alquiler y tener requisado el coche en el taller; y no me quedaba ropa limpia ni planchada, así que me puse una camiseta de Guinness y encima un abrigo muy elegante que alguien se había dejado allí y encima de la cabeza una gorra de bacardí, y en la cara las gafas de montura azul que hacían un bonito contraste con las mejillas coloradas y los ojos sanguinolentos. Y en la sien izquierda una gota perenne de sudor que no desaparecía nunca. Y el picor. Hacía meses que me picaba el cuerpo todo el rato y sin parar, de manera muy violenta. Me tomé tres o cuatro chupitos de orujo de hierbas para templar el cuerpo y caminé parando a rascarme de vez en cuando. Me rascaba los tobillos y entonces el picor se desplazaba a los huevos y me rascaba los huevos y el picor mudaba al cuello y me rascaba el cuello y el picor se esparcía por los huevos, los tobillos, el torso y las manos. Ni siquiera otros dos chupitos de orujo consiguieron calmar el picor.
La entrevista no era en el hotel, de allí me mandaron a las oficinas donde me atendió una psicóloga de recursos humanos. Se notaba que era psicóloga porque la sonrisa parecía que se le salía de la cara y me miraba a los ojos como si pretendiera que nuestros corazones se hicieran uno allí mismo y para siempre. Era de mi quinta pero estaba más buena. Desde la puerta del despacho pude ver unas piernas muy largas debajo de la mesa y enseguida me vinieron a la cabeza imágenes turbadoras en las que yo le practicaba sexo oral a cambio del puesto de trabajo, pero luego me di cuenta de que le faltaban unas gafas y un moño para completar la fantasía y deseché la idea.
-¿Qué tal? – me dijo
- De puta madre, ya no escucho las voces.
-…
-Es broma-, le dije, y se rió con esa franqueza simulada que se le da tan bien a esta gente.
Luego me preguntó por qué quería ese puesto y le expliqué que siempre había querido un trabajo así, desde pequeñito, mientras me rascaba violentamente los sobacos, los huevos, las axilas. Vi como seguía mis manos rascadoras con la mirada y me sentí en la obligación de explicarle el problema. Se lo expliqué.
-…Y casi siempre empieza por los huevos, pero ya hace tiempo que no se me quita hasta que no estoy beodo. ¿Tú crees que será algo de nervios o que estoy mal follao o alergia a algo? Porque en el último trabajo en una cocina me bebía la ginebra esa mala que usan los camareros para limpiar los cubiertos y parece que se me quitaba un poco, pero un día me dio un telele y se me quedo la boca torcida así (hice el gesto) y las manos crispadas así (hice el gesto) y en el hospital lo achacaron a un ataque de ansiedad y una enfermera me dijo que olía a vino a pesar de que ella tenía los dientes marrones y le apestaba el aliento; pero luego me fui a Córdoba una semana y dejó de picarme y después, al volver, fue poner un pie en Andorra y empezar a picarme otra vez, empezando por los huevos, como siempre y ahora, al entrar en el despacho, fue ver tus piernas y empezar por los huevos otra vez, pero muy violentamente, oye, y luego los sobacos, ya sabes…
Hubo un silencio de unos segundos o una horas.

Cuando entré en casa, el compañero estaba sentado comiendo macarrones con tomate.
Le tiré la gafas delante de su vaso de vino.
-Estas gafas son una mierda, solo a mí se me ocurre ir a una entrevista de trabajo con unas gafas de montura azul.
Y luego me fui a mi habitación farfullando “ñañaña…mierda de gafas…ñañaña”

4 comentarios:

Don_Mingo dijo...

Son esos pequeños detalles los que te pueden arruinar la vida. Penetran en el subconsciente de las personas y da igual qué digas o hagas... ya estás sentenciado de primeras :P

javiguerrero dijo...

sabia y profunda reflexión, de esas que sirven lo mismo pa un roto que pa un descosío

Anónimo dijo...

"yo le practicaba sexo oral a cambio del puesto de trabajo"

Creo que es la primera vez que tú le haces algo sexual a una chica en tus historias y no lo contrario después de un año de blog, aún así desistes pronto de la idea..... vaya cosa... :)

javiguerrero dijo...

Bah, es ficción, y confío en que nadie se deje engañar por el uso de la primera persona en los relatos. Ademas, creo que mi personaje ya ha hablado alguna vez del placer de tirarse toda la tarde escupiendo pelos de coño.