sábado, 27 de marzo de 2010

DOS O TRES CERDOS BORRACHOS CON CUADROS DE PAYASOS




Tenía el vino y el tabaco pero la tele no funcionaba así que llamé al 112 porque había un niño que parecía perdido en el portal de enfrente. Tenía una mochila gigantesca y se le veía nervioso. ¿Qué coño hacía un niño de unos 6 años con una mochila gigantesca sólo en la calle?. Me dijeron que mandarían una patrulla. Resultó que los policías que salieron del coche también eran niños de unos 6 años y me pregunté si no los habrían mandado para que no se pusiera nervioso. A lo mejor tenían una patrulla especial de enanos que se hacían pasar por niños para estos casos o algo así. Me metí casi un cuarto de litro de vino de un trago. Luego los enanos policías y el niño miraron para arriba y de otro portal salió otra niña de unos 6 años que se metió en un renault clio y se fue con él. Me concentré muy intensamente en lo que estaba pasando hasta que llegué a algunas conclusiones: Podía ser que los niños se hubieran hecho con el poder y yo fuera el único adulto vivo sobre la tierra; podía ser que hubiera bebido demasiado vino e incluso que estuviera completamente borracho; podía ser que no estuviera en mi casa del 3º D en Gijón sino en la de alguien que vivía mucho más alto y los niños no fueran niños ni los policías enanos. ¡Podía ser todo a la vez!. Me concentré un poco más. Decidí descartar la primera opción porque, vamos a ver, ¿quién había enseñado a conducir a la niña?. La verdad es que aquella no era mi casa ni por asomo, había cosas familiares, papel del culo encima de la televisión, botellas de vino vacías y llenas por todas partes, los ceniceros llenos, esqueletos de manzanas y huesos de costillas, olor a basura y a cerrado, pero no era mi casa porque las paredes estaban de amarillo y a mí jamás se me habría ocurrido pintar las paredes de ese color. ¡Y un cuadro de payasos!
Los polis enanos se fueron y el niño de la mochila se quedó. Decidí usar el teléfono y llamar a la última persona que recordaba haber visto esa noche. Tenía la boca seca. tuuuuuu....tuuuuuu:
-Por lo menos estás vivo hijoputa- me dijo la voz de Miguelito.
-Estoy en un sitio muy raro y creo que muy alto.
- Ya, estás en casa de mi hermana y mi cuñado.
-Yo no conozco a tu hermana ni a tu cuñado.
-Ahora sí, estás en Avilés. No intentes acariciar al perro. Y son las 12 del mediodía.
-....
-Venga, hasta luego, y no me preguntes más que yo tampoco me acuerdo...Es un piso 12.
Y colgó. Ajajá...Ahora todo encajaba.
Apuré el vino que quedaba y, depués de saltar al pitbull del pasillo, con mucho cuidadito y sin hacer ruido, abrí la puerta como un ladrón y me fui.
Al cruzar la calle me topé con el niño, que había crecido y ahora parecía alguien que esperaba a alguien .
Miguelito me enseñó unos meses después una foto de mis anfitriones. ¡Menudo par de cerdos borrachos!(y con cuadros de payasos)

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