UN CHAVAL DE 15 AÑOS VIENE A LA PELUQUERÍA Y ROMPE A HABLAR

El otro día un chavalete de unos 15 años vino a la peluquería y rompió a hablar. No tenía normalmente demasiada conversación y muchas veces me había dado por pensar si no sería imbécil. Siempre que veo a los adolescentes quedarse ensimismados y olvidarse de que existo mientras les corto el pelo me asalta esa sensación de que son imbéciles. Luego les hago algún comentario sobre la música que tengo puesta o digo un par de barbaridades escatológicas sobre cualquier cosa y se sueltan y se ríen y me cuentan algo con esa naturalidad que me asombra como el milagro de la vida. Pero este no. Este estaba siempre callado y además solía venir vestido muy recatado. Se quedaba así, concentrado; y de verdad que parecía completamente idiota (probablemente porque el labio inferior le colgaba un poquito). Pero ese día estuvo un rato esperando a que acabara con un cliente jubilado que reflexionaba sobre la vida.
-Mira- me decía el viejo – Yo he trabajado desde los 15 años como un cabrón, he criado a 3 gilipollas desagradecidos, tengo dos hernias discales y casi no puedo andar, Me han operado 2 veces del corazón y me ha quedado una mierda de jubilación. Y nunca, pero nunca, me he cogido unas vacaciones como dios manda. Y ahora me toca criar a los nietos porque los hijos están en el paro… - Y dejó la frase suspendida en el aire mientras desenfocaba la mirada hacia su reflejo en el espejo. Entonces el chaval rompió a hablar:
-¿Y cual es la moraleja?- dijo, casi como si pensara en alto, mientras miraba hacia la cristalera que un niño manchaba con su piruleta desde la calle, dibujando letras de saliva y azucar.
El señor jubilado se quedó en silencio y por la expresión de su cara perfectamente podría decirse que estaba muerto o que siempre lo había estado, aunque todos sepamos que hace un ratito cósmico también fue un adolescente esperando en una peluquería.
Si picas en la imagen hay una historieta profunda sobre la nada y la muerte. Consta de 4 páginas