viernes, 3 de abril de 2009

EL MAL SEGÚN P.



Mi amigo F… es profesor de literatura y les propuso como examen a sus alumnos que escribieran algo respecto a esta foto. P… ,el chaval que escribió el texto que sigue, siempre le pareció un poco subnormal, con la cara llena de granos, boqueras crónicas y unos gestos de barrio muy artificiosos que hacía a propósito para agradar a los golfos de la clase, aunque estos tomaban su actitud por burla y le daban lo suyo. Además, había hecho con su bozo un pequeño y ridículo bigotillo que hacía imposible mantener una conversación seria con él. Ahora F. duda de su intuición para calificar a las personas y de la cordura o genialidad del chaval. Le he añadido alguna coma y corregido alguna falta ortográfica, pero las palabras son las suyas. La redacción:
EL MAL
“Como hacia un día de puta madre con un sol de la hostia, salí al campo a dar un paseo con mis botas nuevas de pasear, una larga paja de trigo que me traje de Castilla para ponérmela en la boca en estas situaciones y un sombrero blanco muy casual. Me puse el emepetrés con la pastoral de Beethoven a toda leche. En realidad no me gusta demasiado esa sinfonía porque se la ve muy pastoral, pero enseguida me metí en el personaje y cuando comenzó el segundo movimiento mis botas casi bailaban por el caminito conmigo encima y la paja se menaba en mi boca al ritmo de la música. Cuando pasaron dos señoritas núbiles con unos ojos como para metérsela hasta la garganta, no pude evitar levantar mi sombrero e inclinar la cabeza con una sonrisa (franca, feliz, pícara, contagiada de primavera a pesar del otoño) a la que correspondieron con un desprecio que me hizo dudar de la existencia del bien en este mundo que me ha tocado vivir. Para corroborar mis pensamientos fúnebres, aparecieron en ese momento unas nubes muy pesadas y el cielo se oscureció y esos pájaros que veis alzaron el vuelo. Era el mal que había salido también a dar un paseo y me había pillado desprevenido en medio del campo. Ahora solo me quedaba esperar la lluvia y la muerte. O por lo menos la lluvia.
Primero hubo un trueno de los gordos y luego el cielo empezó a descargar su ira sobre mí en forma de agua. Pero yo no me amilané, no señor: Me abrí la camisa y me quité el sombrero y, mirando al cielo, desafié al Diablo con los brazos en cruz y el rostro encendido por la intensidad del momento. Los rayos pulverizaban árboles a mi alrededor pero yo seguía con paso firme dejando que fuera el destino el que decidiera si la muerte me llegaría fulminado por un rayo o arrollado por una tromba de agua o si el sol volvería a salir o alguna mujer a mirarme con deseo alguna vez. Ya de noche, me miré en el espejo del armario, retador, y comprobé orgulloso como mis espinillas y granos habían desaparecido o por lo menos habían perdido entidad, eclipsados por la mirada de acero que ahora se advertía en mis ojos. La mirada endurecida de alguien que ha desafiado a la muerte.”
Mi amigo estuvo tentado de hacerle leer la redacción en alto durante la clase; me pidió opinión y le dije que lo olvidara. Bastante tenía el chico con capear la adolescencia en inferioridad de condiciones como para que un profesor insensible desnudara su corazón galopante públicamente. Que no está dando clases en Queimbrich, joder.

3 comentarios:

sandra conejeros fuentes dijo...

wow...que power el texto de ese chico! siempre he sentido cierta envidia hacia la complicidad que tiene nuestra alma con el papel... por alguna extraña razon le es mucho ams facil desahogarse estando frente a un papel, que incluso estando con uno mismo a solas. En fin.

Aprovecho de felicitarte, pues me gusta mucho leer tus escritos. Llegue hasta aca por el blog de Sara Morante...Llegue de intrusa no mas, y no me arrepiento. Todo es notable por aca, y la verdad siento casi como si estuvieses frente mio contando todas estas historias.
asi que, como buena intrusa, volvere
saludos!!!

Atlántida dijo...

Buen consejo le diste a tu amigo, suficiente humillación ya tiene el chico con ser un adolescente plagado de granos y seguro que un poco marginado social.

Su texto extremadamente sincero y me recuerda que siempre hay que ir más allá de las malditas apariencias, que las máscaras suelen ocultar mucho más. A saber donde llegará éste el día de mañana.

javiguerrero dijo...

Rebeca y Sandra :No creo que el chico llegue nunca a este blog pero me alegró ver que no todo está perdido y todavía hay gente por ahí que, de alguna manera, adolece de exceso de sinceridad.