Iba a ser bueno. De hecho, y aunque no lo creáis, casi
siempre soy bueno desde hace más de 6 años. Desde hace 6 años y 4 meses. Decidí
salir, imbuido por el espíritu navideño y por el sábado. La idea, en principio,
era quedarme en casa, pero al ver a Tony Soprano hablando con la psicóloga aquella que se casó con Ray
Liotta en “Uno de los nuestros” cambié de opinión. No cambié de opinión por
nada de lo que estuvieran diciendo porque hace tiempo que no les hago caso a
los señores de la pantalla, cambié de opinión porque observé que a Tony Soprano
se le deformaba la cara en la pantalla y a ella no y lo interpreté como una
alucinación en mi mente producto de un tumor cerebral. Se han ido unos cuántos
este año y ahora me tocaba a mí así que decidí tomarme una noche de aquellas.
Ya no sé cómo se fabrican esas noches pero esta me salió. Después de dos vinos
solitarios aparecieron, como si alguien de ahí arriba los hubiera puesto a mi
disposición, Arantxa e Íñigo, asturiana ella y super-vasco él. Ya iban algo
tajas y me lo contagiaron de inmediato. El día de nochebuena les había amargado
la sesión vermú hablándoles del declive y la vejez e intentando elaborar un
plan para no caer en manos de enfermeros-as desaprensivos en caso de perder el
juicio. Por alguna razón, siempre que los veo me los imagino 20 años después
frescos como rosas mientras yo me arrugo y me vuelvo loco. Frescos como rosas y
algo borrachos. El día de nochebuena les di instrucciones de lo que deberían
hacer cuando me diera otro ictus que me dejara sin habla y sin opción de
defenderme de la estupidez ajena y creo que se alegraron cuando me fui a casa
de la familia un poco antes de lo pensado. Pero esta vez no. Esta vez estábamos
contentos y ellos más borrachos que yo. Apareció un amigo suyo y enseguida mío.
Uno de esos que cuando bebe abraza hasta
hacerte perder el equilibrio. Íñigo me
dijo que había leído mi libro y que los cómics no le daban más pero con los
textos había dejado atrás a Bukowski
y a Fante. Mi ego se infló como un globo y me tomé otro vino. Me daba igual que
fuera mentira o verdad pero si lo decía Íñigo es que lo pensaba.
Adiós, adios, les
dije, después de emocionados abrazos. Ellos bebían a más ritmo que yo y en
breve no habría feeling. También me preocupaba que mi lado derecho se
emborrachara antes que mi cabeza y comenzara a caminar como un caminante. Me
iba a casa caminado como persona todavía pero al pasar cerca del Savoy nuevo
este me abdujo. Para caminar entre la gente tuve que hacer el número del
minusválido que se cae con un roce. Es verdad que si alguien me empuja levemente
pierdo el equilibrio pero como no es este un dato que esté escrito en mi frente
me veo obligado a exagerar mis carencias al andar entre multitudes y que me
abran pasillo. Estuve un rato mirando lo que hacía la gente y luego me entraron
ganas de cagar. No había pestillo pero a cambio había en la parte inferior de
la puerta un enorme corte con forma de arco que dejaba ver uno de los pies del
cagón y todo mundo se daba cuenta de que allí había alguien sentado al ver el
pie y oler la mierda. Después salí y me acodé en la barra y estuve un rato
mirando lo que hacía la gente. A veces pasaba un conocido (“eeeeey”, decía yo, “eeeey”
decía él o ella)
Me fui al Savoy
viejo y apareció un famoso dibujante de mitología asturiana con dos amigos.
—Oye, tú que yes de
Navelgas ¿Qué sabes de una putas que fueron allí desde Avilés y estaban todos
meneándosela en la parte de arriba del Bar Cabanas? Porque cuentan eso por
Cangas de Narcea pero parez una leyenda urbana. De un paisano que pilló al su
fíu con toda la chavalería en pelotas y masturbándose porque querían esperar a
las putas con la pollas listas y del disgusto de pensar que eran todos
maricones le dio una angina de pecho.
—Pues fue una fría noche de invierno y fue así. Mandaron al
fíu del panadero a por putas a Tineo y como estaba cerrado llamaron a Avilés a
unas que ya conocían y así, con la noche de nieve y temporal, las putas fueron
a Navelgas, pero antes de que llegaran a los chavales les entró la ansiedad y
decidieron ponerse en pelotas y masturbarse para recibirlas.
—¿Masturbarse unos a
otros? —preguntó uno de los amigos del dibujante.
—No, joder, cada uno
con la suya. Que tamos hablando de Navelgas. El caso es que el panadero estaba
haciendo el pan allí al lado y le dio mal rollo escuchar el xareo ese a las 6
de la mañana de día laboral y fue a buscar a su fío y los pilló a todos en
pelotas con las pollas enhiestas. Los perseguía amenazante por el local gritando
a su hijo “¡¡Mira esos cuerpos desnudos!!¡¡¿Te gustan?!!”. Luego le dio el
amago de infarto y lo llevaron en ambulancia al hospital de Cangas. ¿Dices que
esa historia te la contó gente de allí?
—Un efermero.
Nos echamos unas
risas y después de hablar de cosas serias un rato nos despedimos y se fueron
Pedí otra cerveza y
fui a mear. Sin querer le toqué el culo a una jamona con mi mano muerta y me
miró como a un gusano. Intenté explicarle las cosas pero al escucharme caí en
la cuenta de que sonaba a borracho disculpándose (“Pedrone señorita, no era mi
intención, fui víctima de un ictus y…”).Bah, que se joda. En esto que me pongo
a mear y un tipo calvo de unos 50 años va y me dice:
—¿Se me nota mucho
que he bebido?
—Luego te digo que
ahora estoy meando.
—Te invito a un
cacharro en la barra —dijo, mientras se sacudía la chorra.
El señor calvo estaba
al lado de mi cerveza en la barra y, la verdad, no era mi intención esquivarlo.
—Es que vivo con mi
madre por culpa de que la hija de puta
de mi ex me ha dejado sin nada y ahora cuando llego a casa la vieja me huele el
aliento y me echa la bronca como si tuviera 16 años. ¿Tomas otra cerveza?
—Vale.
—Es una hija de
puta.
—¿La vieja?
—No, cojones, mi ex.
—…
—Bueno, mi vieja también.
—A veces, el retorno
al hogar paterno después de cierta edad es interpretado por los padres como el
retorno del adolescente y así te tratan.
—¿Eh?
—Que vaya mierda, a
mí pasome lo mismo una vez hace 10 años.
A partir de ahí,
empatía absoluta. Le dije que se cogiera un piso a medias con otra gente y él
que no, que había estado en la cárcel y que ya no quería más convivencia. Le
pregunte la edad y sonrió.
—¿Cuántos me echas?
—Cuarenta y siete —
(siempre echo 3 menos de los que pienso)
Suelta una
carcajada, la primera, y se va al servicio.
—Voy a mear y ahora
te cuento.
Mientras espero
aparece un chaval y pregunta por una bebida que se llama Jager y pide 4 chupitos.
La conozco, esa bebida.
—Vas a vomitar hoy
como un aspersor al llegar a casa —le digo, envalentonado por el hecho de que
tengo canas en la barba.
—Pa eso bebo.
Claro, se me había
olvidado.
—Tienes razón, qué
coño —le digo, franco como 14 pesetas.
Se va después de
darme la mano muy efusivamente, agradecido por mis consejos o quizás pensando “voy
a darle la mano al tarado este que estamos en navidad”
Vuelve el
patibulario y me dice:
—57
—¿57 qué?
—Tengo 57 años.
—Coño, pues los
llevas bien, se ve que la cárcel conserva.
Me pongo colorado. ¿Acabo
de meter la pata? No, se descojona y me abraza.
—La hija de puta de
mi hija, después del tiempo que pasé en la cárcel, va y no me saluda.
—Jo.
—¿Otra cerveza?
—Bue…
—La quiero con
locura, pero casi no me saluda, como si fuera un apestado.
—Na, seguro que en
cuanto levantes cabeza y le pagues lo de la pensión te vuelve a hablar.
—¿Quién dijo nada de
pensión?
(Ups)
—Me lo dijiste
antes, que no tenías ni para la pensión de la guaja —(mentira)
—Ah…Pero qué hija de
puta, mi ex y qué cabrona mi hija y qué rompehuevos mi vieja.
—Na, ahora según
llegues a casa le prendes fuego a todo y a tomar por el culo.
—… —se me queda
mirando.
—Era broma. Lo de
tomar por el culo también.
Se parte el culo.
Apuro la cerveza y, para no sentirme obligado a tomar otra, le cuento la
historia de mi mitad derecha que se emborracha antes que la cabeza, que ya me
toca irme a casa. Me abraza y me da dos besos.
Como las de antes, siempre
se me arrimaban patibularios y borrachos y no jamonas y tías buenas. Siempre
patibularios y dementes.
Me había dejado a
Tony Soprano en pause, hablando con la psicóloga. Le doy al play. La cabeza de
Tony ya no se deforma. Se ve que mi tumor se ha asustado y ha decidido remitir
ante la amenaza de más fiestas salvajes.
Dedicado al Taki y al Pati.
No hay comentarios:
Publicar un comentario