Navelgas 1990:
Compré tres botellas de vino en el supermercado, una barra de salchichón y pan. La casa estaba en una zona del valle donde nunca daba el sol y además estaba en ruinas y aislada del resto del pueblo. Abrí una botella de vino y me puse a contemplar la pared de manera concentrada, emulando a un artista ante el lienzo blanco. Terminé la botella y media cajetilla de Fortuna y me puse a manchar con mucho arremango la pared mezclando los colores sienas y amarillo sin ninguna coherencia, luego rojos y azules sin ningún proyecto en mente todavía porque esperaba que la musa apareciera. Abrí la otra botella de vino y me puse a cantar a viva voz unas vaqueiradas, así, de manera muy sentida. Intenté encender el fuego en la cocina. Era de noche. La casa se lleno de humo y salí a respirar. Vi unos ojillos brillar en la oscuridad. Seguí cantando un rato y bebiendo vino. Me fumé un porro y volví a la cocina y donde antes no veía nada ahora había una obra de dimensiones mastodónticas. Di unos brochazos de colores sucios que a mí me parecieron muy intensos y expresivos y me pareció que había dado con algo, no sé, con alguna cosa genial.
Para celebrarlo me metí dos tragos gordos de vino al coleto y fumé otro porro. Ya casi había acabado la segunda botella. Seguí pintando haciendo movimientos muy expresivos con todo el cuerpo al embadurnar aquello y cada vez me gustaba más. Abrí la tercera botella y canté otras canciones muy sentidas, desgañitándome en el intento.
Cuando me desperté tenía los huesos mojados y fríos y la puta mierda que había pintado en la pared me miraba y me decía:
- Mira que hay que ser imbécil.
Como respuesta vomité encima de aquella cosa y decidí no volver a subir más a pintar a la casa donde nunca da el sol y los huesos se hacen viejos; pero hace unos días un amigo anduvo recogiendo setas por allí, sacó unas fotos de la casa y me las envió vía feisbuk.
"¿Cómo se me ocurriría?" Pensé al verlas.
Una de las razones de que el proyecto de vivienda taller de artes plásticas no funcionara es que allí no daba nunca el sol, pero la razón más importante era que tenía la cabeza como una ciruela pasa o el cerebro como un pulpo epiléptico, o como un racimo de uvas recién aplastado por una rueda de camión, o más grande que el cráneo y menos que el corazón, que de aquella gobernaba más que bombeaba.
Menos mal que con el tiempo decidí mandar a la mierda al Arte con Mayúsculas y a día de hoy no hay cosa que más repelúzno me de que escuchar a un artista conceptual explicando su obra.
¿Cómo se me ocurriría?
2 comentarios:
Javier. No dudes que en el Reina Sofía, o en el Louvre, hay verdaderas esquizofrenias colgadas. El arte, digamos pintura, poesía… es totalmente subjetivo y onírico. No vende lo desconocido, hay que anunciarlo en el supermercado, que le den un premio floral. Picaso triunfó por paciencia, muchos años embadurnando supercocido con litronas savin , fuera de si. Lo tuyo, es arte genial, no lo olvides.
Ay, el escepticismo me ha tomado la delantera. Pero seguimos en activo, qué coño.
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