El sabado por la noche fuimos mi Marisa y yo a pasear mi hemiplejia por el casco viejo porque yo tenía un bastón muy bonito con una cabeza de ornitorrinco anacarado por mango y Marisa quería que todo el mundo nos viera con él. Yo siempre fui de ropa sencilla pero ella se empeñó en vestirme como un conde con un abrigo largo muy elegante y todo lo demás. No pudo evitar sin embargo que yo me pusiera mi sombrero de copa amarillo de las ocasiones, pese a que ella pensaba que no conjuntaba bien con el resto de la ropa negra.
- Mujer, un toque de alegría, para que nadie piense que estoy triste por la hemiplejia, es mi oportunidad de parecer simpático a los ojos del mundo.
- Si quieres te pones también una nariz de payaso y las zapatillas de garras de oso...
- Tú ya no me quieres porque soy un tullido, antes me dejabas hacer el subnormal y te hacía gracia..
- Sí , cariño, todo el rato. Ponte el sombrero amarillo que no quiero ser una aguafiestas.
Pero se veía que estaba un poco ceñuda y con la mirada esa que dice: "¿Por qué no lo mandé a la mierda cuando cogió el sombrero del contenedor?". Esta es una mirada al cielo, pero con el ceño muy apretado y los labios también, tanto que casi no se le ven.
Caminamos un rato a mi paso de viejo y de pronto mi Marisa se paró en seco y se quedó estupefacta mirando el escaparate de una tienda de ortopedia. Entre los múltiples objetos y extremidades ortopédicas había un sombrero de copa amarillo mucho más alto que el mío y debajo una etiqueta que ponía:
"ALEGRÍA ORTOPÉDICA"
No dije nada porque no quería humillarla, y Marisa me agradeció el gesto y estuvo muy cariñosa y risueña el resto de la noche.
- Mujer, un toque de alegría, para que nadie piense que estoy triste por la hemiplejia, es mi oportunidad de parecer simpático a los ojos del mundo.
- Si quieres te pones también una nariz de payaso y las zapatillas de garras de oso...
- Tú ya no me quieres porque soy un tullido, antes me dejabas hacer el subnormal y te hacía gracia..
- Sí , cariño, todo el rato. Ponte el sombrero amarillo que no quiero ser una aguafiestas.
Pero se veía que estaba un poco ceñuda y con la mirada esa que dice: "¿Por qué no lo mandé a la mierda cuando cogió el sombrero del contenedor?". Esta es una mirada al cielo, pero con el ceño muy apretado y los labios también, tanto que casi no se le ven.
Caminamos un rato a mi paso de viejo y de pronto mi Marisa se paró en seco y se quedó estupefacta mirando el escaparate de una tienda de ortopedia. Entre los múltiples objetos y extremidades ortopédicas había un sombrero de copa amarillo mucho más alto que el mío y debajo una etiqueta que ponía:
"ALEGRÍA ORTOPÉDICA"
No dije nada porque no quería humillarla, y Marisa me agradeció el gesto y estuvo muy cariñosa y risueña el resto de la noche.
En la imagen, una de 5 páginas sobre cosas raras en la cabeza
2 comentarios:
¿Quién sería capaz de tirar un sombrero de copa amarillo? Hay gente sin corazón.
Por un momento te he visto como el final de la película "Crimen ferpecto", instaurando la moda payaso. ¿Has probado a ir haciendo el saludo nazi con un globo de helio amarrado al brazo dormido? Una hemiplejía da múltiples posibilidades!!
Esto me ha hecho recordar la frase esa de que el humor negro es como las piernas, se tiene o no se tiene
Un saludo mu fuerte, Javi!
Un comentario jugoso y divertido. el globo de helio no puede con mi brazo, está todo probado...;)
Saluditos
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