viernes, 25 de febrero de 2011

EL ASIENTO DE LOS DISCAPACITADOS



Marisa insistió en que nos sentáramos juntos en el autobús en vez de usar los asientos individuales de los minusválidos y los viejos. Yo refunfuñé un poco porque tenía ganas de hacer valer los privilegios adquiridos con la hemiplejia. En la siguiente parada se subió un tipo gordo aparentemente sano y se sentó en uno de los asientos reservados para tarados.
-¡¡MIRA MARISA, QUÉ CARA MAS DURA, SE HA SENTADO EN EL ASIENTO DE LOS HEMIPLÉJICOS!!
-Cariño, ese asiento es para personas con problemas diversos de movilidad, no sólo para hemipléjicos.
-Vaya, pues deberían poner uno para cada tara...
-¿Y por qué no pedimos al ayuntamiento que para cada linea pongan un autobús expreso para minusválidos?
- ¡¡¿PERO COMO ERES TAN ESTÚPIDA Y TAN SUBNORMAL?!! ¡¡LUEGO DICES QUE YO DIGO ESTÚPIDECES!!
Marisa se reía. No sé si os habéis dada cuenta, pero me estaba tomando el pelo. Le encanta provocarme porque yo siempre reacciono llamándola estúpida y subnormal y ella siempre se muere de risa.
Luego entró un síndrome de Down y después de colgarse de la barra del techo y balancearse un rato agitando los pies le ordenó al gordo que le dejara el sitio porque era para minusválidos. El gordo no quiso discutir y le cedió el sitio. Entonces sí que me cabreé. Con el gordo y con el subnormal.
-¡¡ME CAGO EN LA PUTA, ESE SITIO ES PARA DISMINUIDOS FÍSICOS Y HEMIPLÉJICOS NO PARA QUE SE LO REPARTAN LOS GORDOS Y LOS SUBNORMALES!!-,grité, mientras avanzaba a trompicones hacia el asiento usurpado.
Sí, me caí por el camino, a golpe de freno de autobús, pero me levanté las dos veces y ahora ya tenía los ojos inyectados en sangre y las venas del cuello palpitando como serpientes. El subnormal se reía de mí, sabía que él daba más pena que yo.
- ¡¡LEVÁNTATE DE AHÍ, SUBNORMAL DE MIERDA, TÚ NO TIENES PROBLEMAS DE MOVILIDAD Y SIN EMBARGO YO SOY HEMIPLÉJICO Y MÁS VIEJO QUE TÚ!!
...
El mundo se paró unos minutos o unas horas. El autobús estaba parado también y el subnormal, el gordo, los viajeros y el conductor me miraban con la mandíbula en el ombligo.
- ¡¡Y más subnormal también!!- ,gritó entre risas mi Marisa.
Todo fue muy confuso y alegué demencia transitoria en el juicio, pero recuerdo al subnormal escupiendo dientes y mi bastón ensangrentado.
(Marisa todavía está pasando unos días con su madre)
En la imagen, una de 2 páginas que no tiene casi nada que ver

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja muy bueno Xavi,lo que tien que aguantar la pobre Marisa.Irias a visitar al subnormal al hospital,eh ho?jejeje.

javiguerrero dijo...

ye todo ficción(casi)