Aunque no le guardo rencor a mi ex, tampoco tengo especial interés en que su vida transcurra plácidamente y sin contratiempos ni que esta de un giro espectacular y una felicidad adolescente se adueñe de ella y su nueva pareja. Tampoco es mi deseo que viaje y viva intensamente ni que su familia siga viva por mucho tiempo o que su casa del pueblo en la que retoza con el subnormal que la acompaña no se incendie algún día con ellos dentro. ¿La niña? Bah, nunca ha demostrado demasiado cariño hacia los hombres de la familia y probablemente tenerla por casa con su mierda de música y sus barbies (o lo que sea que hagan las niñas de 15 años) sería bastante irritante. Ya he disfrutado de ella cuando no sabía hablar y era como tener una mascota, y no me apetece una mierda tener que hacer como que la considero una adulta. No hay cosa que más me joda que esa puta costumbre que tiene de contarme cómo se siente por dentro y cómo me hecha de menos y toda esa mierda que hace, imitando a los personajes de sus series preferidas o quizás a los retrasados mentales que salen en los reality show. Modula la voz de una forma muy desagradable cuando se pone mimosa, intentando expresar una mezcla de melosidad pastosa con profundos sentimientos a flor de piel. Es asqueroso. Para un fin de semana que nos vemos de cada dos, podía aprovecharlo mejor, la mierda de la niña. Lo que es por mí se podía haber quedado en los 5 años de edad durante toda su vida, aunque supongo que, cuando llevara 60 o70 años así, parecería una niña muy extraña y con muy mal carácter. La mayoría de las madres no se dan cuenta de este detalle cuando dicen de sus bebes “Ay….si se quedara siempre así”.
El caso es que precisamente andaba yo en estas elucubraciones u otras similares, dando un paseo por la senda del litoral, cuando escuché una vocecilla adolescente que venía de la playa, unos metros más abajo. Alguien entonaba una cancioncilla tonta. Eran las 7 de la mañana. Asomé la cabeza porque saber lo que hacen los demás cuando creen que yo no les estoy mirando es uno de los motores que impulsa mi vida y me sirve para componer mi particular teoría de la existencia. Era una jovencita que estaba agachada meando. La verdad es que aquello parecía un surtidor y sonaba como una vaca orinando. La chica cantaba. Casi me estaba poniendo cachondo. Cuando paró de mear se quedó ahí en cuclillas balanceándose levemente hacia los lados, canturreando. Concluí que estaba borracha. Me saqué la polla y comencé a meneármela. Se veía bien la zona exacta en que empieza ese valle marrón y oscuro que nos lleva al ano. De pronto se apartó el pelo de la cara y mi corazón dio un vuelco. ¡Mi niña pequeña estaba meando borracha en plena calle, como una perra! ¡Y tenía tetas y culo! ¡Y una valle marrón que lleva al ano! Después de superar la nausea inicial y guardarme la polla, le saqué unas fotos con el móvil mientras pensaba en qué tipo de educación estaba recibiendo y qué era lo que habíamos hecho mal. Me fui de allí, sigiloso como una serpiente y unas horas más tarde le envié la foto a mi ex con el siguiente mensaje de texto:
“Tu hija se comporta como una puta y voy a pedir su custodia. Mira la foto”
La respuesta no se hizo esperar.
“ Papá, tengo 21 años, meo donde me da la gana y me has enviado la foto a mí”
La hostia. Cómo pasa el tiempo y qué depistado soy.
El caso es que precisamente andaba yo en estas elucubraciones u otras similares, dando un paseo por la senda del litoral, cuando escuché una vocecilla adolescente que venía de la playa, unos metros más abajo. Alguien entonaba una cancioncilla tonta. Eran las 7 de la mañana. Asomé la cabeza porque saber lo que hacen los demás cuando creen que yo no les estoy mirando es uno de los motores que impulsa mi vida y me sirve para componer mi particular teoría de la existencia. Era una jovencita que estaba agachada meando. La verdad es que aquello parecía un surtidor y sonaba como una vaca orinando. La chica cantaba. Casi me estaba poniendo cachondo. Cuando paró de mear se quedó ahí en cuclillas balanceándose levemente hacia los lados, canturreando. Concluí que estaba borracha. Me saqué la polla y comencé a meneármela. Se veía bien la zona exacta en que empieza ese valle marrón y oscuro que nos lleva al ano. De pronto se apartó el pelo de la cara y mi corazón dio un vuelco. ¡Mi niña pequeña estaba meando borracha en plena calle, como una perra! ¡Y tenía tetas y culo! ¡Y una valle marrón que lleva al ano! Después de superar la nausea inicial y guardarme la polla, le saqué unas fotos con el móvil mientras pensaba en qué tipo de educación estaba recibiendo y qué era lo que habíamos hecho mal. Me fui de allí, sigiloso como una serpiente y unas horas más tarde le envié la foto a mi ex con el siguiente mensaje de texto:
“Tu hija se comporta como una puta y voy a pedir su custodia. Mira la foto”
La respuesta no se hizo esperar.
“ Papá, tengo 21 años, meo donde me da la gana y me has enviado la foto a mí”
La hostia. Cómo pasa el tiempo y qué depistado soy.
1 comentario:
No entiendo como este post no tiene comentarios. Está der mamaso...
Andalú
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