lunes, 29 de abril de 2013

Ponencia



“…Pensaban ustedes que ser elegidos por el pueblo para gobernar debería dotar de una catadura moral superior. Una masa heterogénea y manipulable no está capacitada para el pensamiento crítico y la criba sensata de candidatos al poder. Es contra natura, el pueblo no es un dedo divino que señala a su representante y lo convierte en un ser humano excepcional con dotes para el sacrificio. De hecho, el pueblo elige deliberadamente a la persona o personas que en realidad ya tienen poder y lo ostentan como garantía:
­—Fíjense en lo que puedo hacer por mí y por mis amigos e imagínense lo que podría hacer por ustedes — parecen decir con su comportamiento los candidatos que obtienen más votos.
Pero no quiero ser derrotista. Pueden ustedes acabar con esto gestionando sus deseos con sentido común, aplacando su envidia y cultivando el buen juicio. Consumir compulsivamente e imitar las vidas de aquellos a los que envidian por su poder y por su dinero es lo que subvenciona las vidas de aquellos a los que envidian por su poder y su dinero. ¿O creen ustedes que alguien podría acumular fortunas si no hubiera memos insatisfechos haciendo pequeños alardes de poder en sus limitadas vidas y consumiendo aquello que producen los que manejan los hilos y que en realidad ustedes no necesitan?
Así que déjense de monsergas y de indignación porque este que subscribe piensa que lo importante no es en qué crea usted si no lo que desea. Y usted desea demasiadas cosas inservibles como para participar en una revolución. Sepan ustedes que una semana después de que el príncipe azul y su bella durmiente comenzaran a comer perdices ya estaban deseando reventarle el hígado a uno pato para añadirle al menú  un mi-cuit a las finas hierbas. Sepan que si tienen ustedes todavía un sueldo fijo se agarrarán a él con uñas y dientes antes de participar en cualquier acción que pueda desestabilizar el sistema que aún les da de comer y si por el contrario se han quedado sin empleo y sin casa no contarán con el apoyo de los primeros. Sigan ustedes tecleando su indignación en el ordenador: el apoyo y la solidaridad virtuales son ilimitados porque no arriesgan nada y seis millones doscientos dos mil setecientas personas y sus cuatro allegados todavía no convierten el estado de bienestar en hambruna. Tengan paciencia y esperen. Todo llegará. En fin, eso es todo lo que quería decirles, gracias por escucharme”.
Dangerous Man dio por finalizado su discurso. Sentado en la última fila de la sala solo había un tipo con un cartón de vino y  un bocadillo de mortadela que  se despertó con el tiempo justo de emitir un aplauso solitario al ponente.

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