-Oye Marisa, ¿a ti qué te parecería masturbarte con mi mano muerta, aprovechando que le han dado el alta a ese señor del tubo en la nariz?
-Cariño, estás hemipléjico. ¿Te importaría comportarte como tal y abstraerte melancólicamente escuchando el repiqueteo de la lluvia en la ventana?
Marisa quería que las cosas se parecieran a un melodrama hemipléjico y yo que se parecieran a una porno de hospitales.
-Ay, Marisa, es que no consigo meterme en el papel. Resulta que la neuróloga se parece a una actriz porno que violaba a un parapléjico con su bata de médico. Cada vez que viene estoy esperando que de un momento a otro se suba en la cama y me orine la cabeza.
-...
-El otro día me dijo que sacara la lengua y no pude evitar pasearla con lujuria por el labio superior.
-...
-Y luego me pidió que le enseñara los dientes.
-Vaya, le voy a sacar los ojos a esa puta.
Marisa se reía, no lo decía en serio.
-Y que siguiera sus dedos con los ojos.
-Vaya, eso es la gota que colma el vaso.
-¿Entonces te vas tocar las tetas con mi mano muerta o prefieres que siga fantaseando con esa puta?
-Marisa cogió mi mano y se la puso entre los muslos.
No había perdido toda la sensibilidad.
-¿Qué te parece, te gusta, eh?
-Como rascarme el coño con una araña de goma.
Jolines, Marisa siempre tan insensible, y luego pretende que yo me abstraiga con melancolía mientras ella no es capaz de fingir flujos corporales para darme el capricho. ¿Sabéis lo que hice ? Aborté mi erección para que escarmentara y se lo hice saber.
-Parece que estoy tocando una rata disecada- dije.
A Marisa no le gustó. Hizo unos pucheritos y se fue .
Me quedé solo y abstraído escuchando el melancólico repiqueteo de la lluvia en la ventana.
Por burro.
En la imagen, una matrimoniada de cuatro páginas.
Saluditos desde el Hospital.
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