Llevábamos ambos media curda y muuuucho tiempo sin follar. Pero eso no es excusa. Me llamó mi amiga T. cuando mi amigo y yo empezábamos a tener conversaciones derrotistas de voz pastosa. Que a ver si quedábamos con ella y su amiga M. para tomar unas copas. Yo miré a mi amigo que estaba más entero que yo físicamente pero más perjudicado mentalmente. Era arriesgado. Dije que sí, para dentro de media hora en la sidrería Pamplam, que salía M. de trabajar y la recogíamos allí. Mi amigo F comenzó a entusiasmarse más de la cuenta ante la perspectiva de acercarse a menos de 1 metro de una mujer joven: “ Ya verás, hoy la armamos, yo tengo 600 euros en la cartera, ¿habrá que sacar más?” . No, hacía falta, que yo acababa de sacar tres mil euros del cajero para que no faltara de nada. Nos tomamos un par de gin tonic para hacer tiempo y lubricar el cerebro.
Cuando llegamos al lugar de la cita ya estábamos perdidos, lo noté por las miradas de las chicas. La gente sobria siempre piensa que el borracho, como habla mal, no advierte los sutiles gestos y miradas de desagrado que se envían. Es mentira.
Sin que yo lo pudiera evitar, mi amigo se tiró literalmente al suelo para acariciar las botas de la chica más guapa, afirmando que él había sido zapatero y eran unas magníficas botas, pero mi sexto sentido me decía que lo que deseaba era lamerlas. El espectáculo era tan penoso y las miradas de asco tan expresivas que decidí perderme un rato en el servicio, esperando que las cosas se enmendaran por si solas. Cuando volví ya se habían enmendado. Ni si quiera pregunte por ellas. Pedimos dos gin tonic y tuvimos una larga y profunda charla sobre lo dura que era nuestra vida y cómo el mundo entero se había compinchado para jodernos la existencia. Brrurp, perdón. Picad en la imagen.
Cuando llegamos al lugar de la cita ya estábamos perdidos, lo noté por las miradas de las chicas. La gente sobria siempre piensa que el borracho, como habla mal, no advierte los sutiles gestos y miradas de desagrado que se envían. Es mentira.
Sin que yo lo pudiera evitar, mi amigo se tiró literalmente al suelo para acariciar las botas de la chica más guapa, afirmando que él había sido zapatero y eran unas magníficas botas, pero mi sexto sentido me decía que lo que deseaba era lamerlas. El espectáculo era tan penoso y las miradas de asco tan expresivas que decidí perderme un rato en el servicio, esperando que las cosas se enmendaran por si solas. Cuando volví ya se habían enmendado. Ni si quiera pregunte por ellas. Pedimos dos gin tonic y tuvimos una larga y profunda charla sobre lo dura que era nuestra vida y cómo el mundo entero se había compinchado para jodernos la existencia. Brrurp, perdón. Picad en la imagen.
3 comentarios:
Maldita tónica......seguro que ponen drogaina en las burbujas.
Joder, qué tía más rancia. Fijo que había divisado que sólo llevábais tres mil seiscientos €uros en el bolsillo.
Bah, tampoco os perdistéis nada. Bueno el echar un polvo, que se me olvidaba.
MO.
P.D.: Tus muñecas tiene siempre las tetas a punto de explotar.
P.D.2: Hoy paso de dejarte enlaces mega guays que eres demasiado sensible y paso de hacerte llorar de nuevo.
Porcfer, el amigo no necesitaba gin tonic ni na
porque su cerebro ya era así al nacer.
Montoya, casi siempre uso a la misma tía(siempre el mismo dibujo). soy vago.
¿no me dejas enlaces? .sig.
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